Ciudades
Texto: Fran Alonso
Ilustración: Marc Taeger
Colección Orihuela
ISBN 978-84-8464-386-9
185 x 235 mm, 64 páginas
15€, (+10 años) 2018.
Por José R. Cortés Criado.
Fran Alonso confiesa en sus versos que a él le gustan las ciudades, ya sean grandes o pequeñas, pero en las últimas páginas nos dice que prefiere entre todas a las que duermen sobre el mar o sobre la arena del desierto, las primeras porque están habitadas por sardinas de plata y las segundas por dátiles de luz.
Con este lirismo es fácil dejarse embaucar por los palabra de este poeta que con voz firme y mirada de niño nos lleva de la mano a descubrir ciudades muy especiales, porque las hay con corazón, misteriosas, invisibles, dolorosas, empinada, vertiginosas, de papel, de yogur e incluso de cartón.
También refiere los sonidos ciudadanos, ya sean sirenas, voceríos, alborotos, barullos, bullicios, estruendos o festivos como los del tiovivo, pero, al fin y al cabo, ruidos de ciudad que te inundan los sentidos.
Para asombro de todos, también nos confiesa que la ciudad es de sangre de higo, que produce gritos de cristal, produce vértigo de menta y que siente que los semáforos hierven de dolor.
Y es que en todas las ciudades hay historias que contar a pesar de sus muchos defectos ya sea porque los árboles están solos, o porque son como nuestro cuerpo por cuyas venas circulan los coches, que provocan atascos como caravanas de hormigas cuando llegan las lluvias lentas, que los domingos parecen barcos fantasmas, y, para remate, que las ciudades mudan la piel cual serpientes.
Con estas y otras imágenes los lectores se dejan llevar por multitud de ciudades llenas de magia que te hacen reflexionar sobre la diversidad de vidas paralelas que tienen las ciudades, ya sea la nuestra o la que nos gustaría visitar.
Una buena selección de poemas con vida propia que no olvida a los niños pobres de las ciudades, el olor de la canela y el laurel de ciertas urbes, ni los que duermen en la calle recogidos en un portal.
El poeta trae a nuestra mente olores, ruidos, arquitectura, polución, dinamismo, sabores, rincones escondidos, vecinos, educación, salud...con todas las contradicciones y paradojas que producen los problemas cotidianos de la ciudad.
El intimismo evocador, crítico y esperanzador a través de la nostalgia y la añoranza de tiempos pretéritos acercan la ciudad al público infantil y juvenil con toda su complejidad.
Es un libro que me ha cautivado; sus metáforas, sus imágenes y sus versos llenos de magia no te dejan indiferente ante tanta belleza y sencillez.
Los versos están acompañados de estupendas ilustraciones que nos muestran ciudades de todo tipo, ya sean en forma de corazón, de reloj de arena, de ser humano, de árbol, de un abigarramiento enorme, frías, grises, tristes, coloristas y calurosas.
Son muy atractivas las metáforas visuales que nos ofrece Marc Taeger gracias a esas formas vegetales, animales o abstractas que adopta algunas ciudades, ya sea por influencia marítima, desértica o la imaginación de los autores del libro.
Este libro obtuvo el Premio Rañolas de Literatura
Infantil, 1997 y fue Accésit del Premio Lazarillo, 1996.
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