sábado, 12 de diciembre de 2020

“Somos más que dos, Mario Benedetti y Joaquín Lobato” de José R. Cortés Criado.

 Somos más que dos

 Mario      Lobato

Joaquín   Benedetti





Texto: José R. Cortés Criado.

 


En el paraíso de los poetas, estaba nuestro amigo Joaquín Lobato dando vueltas por una avenida empedrada que le recordaba su paseo por las calles de Roma:

 

Joaquín Lobato:       

                   “Recurriré a mi ángel de la guarda clandestino

                    porque tengo las plantas de los pies casi abiertas

                    por culpa de las gastadas suelas de mis sandalias

                    y de los durísimos adoquines de las calzadas”.

                    (Recurriré a mi ángel de la guarda clandestino)

 

Estaba más nervioso de lo normal, que no es raro, pero bueno, así estaba y, no era para menos, aguardaba la llegada de un poeta de los grandes, no por su tamaño, sino por la enormidad de su palabra. No todos los días llega a tan alta estancia una persona de la valía de Mario Benedetti.

Cuando lo vio subir por aquel camino pedregoso, luchando contra el firme y el viento, no pudo contenerse y declamó:

 

JL: ¡Por fin, maestro! ¡Llevo tanto tiempo esperando esta llegada!

 

El maestro es Benedetti y estaba muy sorprendido. Le llamó mucho la atención la ventolera que azotaba aquella zona. Llegó, atusándose su pelo canoso, con una franca sonrisa en su cara. Lo primero que dijo fue:

 

Mario Benedetti: “Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento, parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar.” (Primavera con una esquina rota)

 

Joaquín, que no quería importunar a tan ilustre personaje, se disculpó por la ventolina y lo invitó a tomar asiento bajo una frondosa higuera.

Mario Benedetti no salía de su asombro. ¡Quién le iba a decir a este hombre de Paso de los Toros, Uruguay, que lo iba a recibir, en la gloria, otro poeta de un pueblo del sur de España, Vélez-Málaga!

Pues así fue, o al menos, así me lo contaron. Yo no soy quién para poner en duda tan grato acontecimiento.

Y esto es, más o menos, lo que pasó en ese encuentro del veleño y el charrúa.

 

MB: ¡Macanudo![1] ¡Joaquín Lobato, en persona, viene a recibirme! ¿Quién mejor para recibir a este hacedor de versos y militante de la palabra?

 

JL: Y no es para menos. Tenía ganas de platicar un ratillo con vos de versos y otros temas terrenales.

 

MB: Tranquilo Joaquín, ya no hay prisa, aquí, en este Olimpo de los poetas, tenemos la eternidad por delante.

 

JL: Sabias son sus palabras... es que

“Abro los ojos

encontrándome

con un cielo tan negro

esparcido de estrellas”,

(Abro los ojos)

que me siento feliz ante tan inmensa soledad, adecuada para la creación poética y

“Heme aquí solo con la noche,

besando poemas y recuerdos.”

(Heme solo aquí con la noche).

 

MB: Estoy de acuerdo. La oscuridad es mi segunda morada porque “Volver a tu casa todas las noches te dará un poco de confianza, no mucha, pero un poco, en medio de este mundo tan poco fiable.” (La borra del café) en el que nos ha tocado vivir.

 

JL: “Yo pregono

mis versos esta noche.

Voy a explicar la gramática del sentimiento.

Yo siento la almidonada tristeza de Neruda

y quiero arrancar la pena de mi costado a martillazos.

Voy

a

sentirme

solo

y a cantar mis propios versos”.

(1ª Antología de cosas”)

 

MB: Haces muy bien, mi amigo. No seremos gronchos[2], aunque seamos algo zapallos[3] a la hora de rimar. Yo también añoro a Bécquer, por eso escribí:

Sabes

gustavo adolfo

en cualquier año de éstos

ya no van a volver

las golondrinas

ni aún las pertinaces

las del balcón

las tuyas”

(Hagamos un trato)

JL: Pero a pesar de todo

“La noche ha sido demasiado cruel

para mis ojos. […]

Tengo sed de ternura.

¡Necesito un abrazo!”

(Necesito la sonrisa de un niño)

 

MB: Compadre, no se ponga melancólico. Hay que vivir y disfrutar de la existencia con regocijo y siempre, siempre, siempre, tenemos que

“Defender la alegría como una trinchera

Defenderla del caos y de las pesadillas

De la ajada miseria y de los miserables

De las ausencias breves y las definitivas

Defender la alegría

Defender la alegría

Defender la alegría

Defender la alegría como un atributo”

(Defensa de la alegría)

 

JL: ¡Sabias palabras, maestro! Me reconfortan sus versos y saber que usted tiene las ideas muy claras sobre lo que es importante en la vida, pero sigo preguntándome:

“¿Dónde un nolotil

para el alma?”

(Dónde un nolotil)

 

MB: No se atormente morocho[4]. La vida es un camino de ida y “después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida.” Atienda pues…

“Usted por fin aprende

y usa lo aprendido

para saber que el mundo

es como un laberinto

en sus momentos claves

infierno o paraíso

amor o desamparo

y siempre siempre un lío”

(Currículum)

 

JL: Me lo va a decir a mí

“Que me han roto mi inocencia

y vengo a que me la arreglen!”

(Mi primer dolor humano)

 

MB: Yo no soy hacedor de almas ni zurcidor de inocencias ni salvador de vates, pero quiero aclararte que si 

y te secas sin labios

y te duermes sin sueño

y te piensas sin sangre

y te juzgas sin tiempo

y te quedas inmóvil

al borde del camino

y te salvas

entonces

no te quedes conmigo.”

(No te salves)

 

JB: No sea tan duro conmigo, que tengo alma de niño. Muy bien sabe que

“Atiendo

si

dicen

mi nombre

las

anémonas. O

cuando

llaman

a mi puerta

las palomas.”

(Atiendo)

 

MB: Amigo Joaquín,

“y hay quienes se desmueren

y hay quienes se desviven

y así entre todos logran

lo que era un imposible

que todo el mundo sepa

que el sur

que el sur también existe”

(El sur también existe)

 

JL: Qué me va a decir a mí, que soy andaluz. Y sé lo que es sentirse del sur...

“Pero Andalucía tiene

sus cosillas. Soles de marzos

lunas de abriles

guerreros espartanos

Largos rosarios en vírgenes de llantos

Niños con hoyillos en sus manos.”

(Pero Andalucía tiene)

 

MB: ¡Ay, Joaquín!  Para mí el sur no son cristos ni beatas ni procesiones. Hay mucho más que “penitente, culo caliente / la botellilla del aguardiente.”  Para mí, el sur pobre existe frente al norte rico. Ya está bien que los de arriba custodien la llave de entrada al paraíso.

 

JL: Al paraíso se puede llegar por diferentes caminos, no solo de la mano de Dios.

 

MB: ¿Te imaginas que las cosas no sean como nos las han contado hasta ahora?  ¡Ay si Dios fuera una mujer!

Mario suelta una risilla picarona y haciendo un gesto con sus manos le dice en plan reto:

¡Chúpate esa mandarina![5]

 

JL: Difícil me lo pone, amigo. No estoy ahora para filosofar a ese nivel. A ver si viene mi amiga María Zambrano y platicamos de los divino y lo humano con otra veleña ilustre.

 

MB: Escucha Joaquín.

“Si Dios fuera mujer no se instalaría

lejana en el reino de los cielos,

sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,

con sus brazos no cerrados,

su rosa no de plástico

y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío

si hasta siempre y desde siempre

fueras una mujer

qué lindo escándalo sería,

qué venturosa, espléndida, imposible,

prodigiosa blasfemia.”

(Si Dios fuera una mujer)

 

JL: ¡Ay, maestro, no me haga blasfemar! Porque si eso fuese así entonces yo me lo imagino como una señora de mi pueblo que...

“Suprema y con perfil de diosa

bajaba la calle siempre

vestida de domingo

con perfecto escote calculado

y de escandaloso perfume a su paso.”

(Suprema con perfil de diosa)

 

MB: ¡Bravo, Joaquín! Escucha.

“Una mujer desnuda y en lo oscuro

genera un resplandor que da confianza

entonces dominguea el almanaque

vibran en su rincón las telarañas

y los ojos felices y felinos

miran y de mirar nunca se cansan.”

(Una mujer desnuda y en lo oscuro)

 

JL: Ahora me viene a la mente esas tardes de catequesis, pecados y reprimendas que sufrí desde pequeño. ¿Sabe?

“Muy de niño me

pusieron en un colegio de monjas

Aquí primero

el rezo Después deletrear O ramplonas

canciones de la Niña Virgen.”

(Establecerme una)

 

MB: De eso no nos libramos ninguno en nuestra infancia. Te recuerdo que...

cuando éramos niños

los viejos tenían como treinta

un charco era un océano

la muerte lisa y llana

no existía.

[...]

ahora veteranos

ya le dimos alcance a la verdad

el océano es por fin el océano

pero la muerte empieza a ser

la nuestra.”

(Cuando éramos niños)

 

JL: ¡Ay, la infancia! Mientras tanto crecemos, cumplimos años, imaginamos un mundo diferente, anhelamos cosas extrañas...

 

MB:

“Claro, mientras tanto

hay oraciones, hay pétalos, hay ríos,

hay la ternura como un viento húmedo.

Sólo mientras tanto.”

(Sólo mientras tanto)

 

JL: Y he tenido otros miedos en mi infancia:


“los atardeceres y lluviosas

noches de invierno en secreto

la historia de la guerra contada

al brasero Aquellos

fusilamientos Aquellas historias

Aquellos malos ratos emociones

retenidas en la memoria…”

(Los atardeceres y lluviosas)

 

MB: Esos recuerdos tuyos me son cercanos. Yo tuve que salir de Uruguay por mis ideas Como perro en bote[6]. Sé de lo que escribes. E insisto:

“La consigna es vivir a pesar de ellos

al margen de ellos o en medio de ellos

convivir revivir sobrevivir vivir

con la paciencia que no tienen los flojos

pero que siempre han tenido los pueblos.”

(Ciudad en que no existo)

 

JL: Le informo que

“Yo nací un 18 de julio

España. Una grande y libre […]

la mirada clara, lejos

y la frente levantada

voy por rutas imperiales

caminando hacia Dios”

(Cantata para el que nunca tuvo cumpleaños)

 

MB: ¡La punta de un sauce verde![7] ¡Con el dictador hemos topado! ¡Cayeron piedras sin llover[8]!

¡Ay, Joaquín! Sé que escribiste de levantar tu patria en ese poema, pero

“Quizá mi única noción de patria

sea esta urgencia de decir Nosotros

quizá mi única noción de patria

sea este regreso al propio desconcierto”

(Noción de patria)

 

JL: Dejemos la patria tranquila que

“Puede que no tenga

yo

el gesto adecuado. O no

sepa sostenerme

en el alambre. Puede

que tenga el rostro

destartalado...”

(Puede que no tenga)

 

MB: Eso me da igual, has de saber que a mí “Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.” (La gente que me gusta)

 

JL: Me adhiero.

“Me pongo

de tu lado Ya estoy

en el mismo sitio de tu voz”.

(Balada plena para León Felipe)

 

MB:    Con tu puedo y con mi quiero

            vamos juntos compañero”

            (Vamos juntos)

 

JL: Gracias, Mario, por este ofrecimiento porque

“Voy solo. No me acompaña

ni mi sombra: Solo”.

(Necesito la sonrisa de un niño)

 

MB: Aquí estoy dispuesto a mostrar mi amistad desinteresada. Lo que digo no es

“sino para saber

y así quedar tranquilo

que usted sabe que puede

contar conmigo”

(Hagamos un trato)

 

JL: Muchas gracias. Sabía que nuestro encuentro nos iba a reconfortar mutuamente. Ha merecido la pena esperar su llegada a este espacio de vida eterna entre poemas y recuerdos.

 

MB:

No te rindas, aún estás a tiempo

de alcanzar y comenzar de nuevo,

aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,

liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros y destapar el cielo.”

(No te rindas)

Y, por favor, no ceda, me siento agradecido por haber sido recibido por vos y nos quedan muchas tardes para platicar bajo esta higuera. No se rinda.

 

JL:

“Terminaré inventándome el alma nuevamente

para ganar los combates al aire y los colores.

Terminaré inventándome de nuevo los estambres de mi risa

para recuperarme de la sombra y su latido.

 

MB: ¡Bien dicho! Aquí me tenés para siempre, porque

No cabe duda. Ésta es mi casa

aquí sucedo, aquí

me engaño inmensamente.

Ésta es mi casa detenida en el tiempo.”

(Esta es mi casa)

 

Joaquín, con la mirada perdida en el horizonte sin fin, dijo, quedamente, a modo de despedida:

 

JL:

“Otra vez

se fue París

y

no

estuve

en

Abril.”

(Otra vez)

                                                                                             

 



[1]    Las notas son para palabras y dichos propios de Uruguay. Sorprendente, extraordinario.

[2]               Vulgar, de poca clase.

[3]          Torpe, lento en el aprendizaje.

[4]    Persona de cabello oscuro

[5]             Expresión que se dirige a alguien que recibe palabras que no puede responder

[6]          Alguien que tiene miedo

[7]          Una forma de no decir una mala palabra.

[8]          Cuando alguien llega que no fue invitado.

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