de José R. Cortés Criado.
Aprovechando que el día 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro vuelvo a reflexionar sobre la importancia de leer y por qué los hacemos. Seguro qué más de uno se ha formulado esta pregunta en alguna ocasión y si recopiláramos todas las respuestas veríamos que la clasificación sería muy heterogénea. Yo podría decir que leo por conocer al ser humano y conocerme mejor y otras muchas cosas, porque la vida no está en los libros, pero en los libros hay muchas vidas que me ayudarán a conocer mejor la mía.
Fernando
Savater afirma que “leemos para dar sentido a nuestra presencia en el mundo y
para confirmar nuestra alegría de estar en él”; y Josefina Aldecoa escribió:
“La lectura es un vicio arraigado en mí desde niña. Si por alguna razón tuviera
que elegir, [entre lectura y escritura] me quedaría con la lectura. Es un
alimento de primera necesidad”.
A
mí se me ocurrió formular esa pregunta al alumnado de Educación Secundaria
Obligatoria y Bachillerato y, tras la lectura sosegada de sus respuestas anoté
algunas: “yo leo gracias a mis maestros de Lengua, porque a mí no me gustaba leer”,
“mi madre me explicó la importancia de la leer todos los días un poco”, “leer
es muy entretenido y se me pasan las horas muy rápido”, “mi imaginación vuela”,
“y cuando ya llevo leídos muchos, saco una libreta y me pongo a escribir un
cuento con los resúmenes”, “es como si estuviera dentro del libro”, “mi
vocación por la lectura viene de mi padre”, “de mi abuela que me contaba cuentos para que me durmiera”, “como si vieras una película en tu mente”, “los
libros aportan experiencia”, “un libro es un mundo abierto”, “es viajar a
lugares desconocidos”, “una maestra me recomendó leer unos libros que me
gustaron mucho” …
Además, pude
leer referencias a la mejora de la ortografía, de la comprensión de textos, de
la velocidad lectora, de la comunicación; también hay alumnos que exponen las
razones por las que leen: para informarse, divertirse, conocer otras
costumbres, otros países, olvidar los malos ratos pasados, desarrollar la
capacidad crítica y analítica, etc.
Muchos de
los encuestados inciden en la necesidad de que cada lector encuentre su libro,
ése que lo marcará y lo animará a seguir leyendo, a la vez que le piden a un
libro que los atrape desde las primeras páginas.
Indagando en
las opiniones manifestadas por escritores de la llamada literatura juvenil, he
encontrado comentarios sobre el acto de leer como las manifestadas por Care
Santos, “es imaginar un mundo sin salir jamás del propio”; Agustín Fernández Paz, “ en los libros están
todos los sentimientos y experiencias de las personas”; Carmen Gómez Ojeda, “un
lugar encantado, como el país de irás y no volverás que crea adicción”;
Mariasun Landa, “me lleva y me dejo llevar por tierra, mar y aire de letras
impresas.
Comparadas
estas opiniones con las escritas por los alumnos, encontramos semejanzas; los
jóvenes también hablan de viajar, conocer lugares diferentes, entender lo que
piensan las personas…, lo que me hace pensar que los lectores,
independientemente de la edad, buscan unos elementos comunes en los libros.
Normalmente
los adultos somos los que nos cuestionamos la necesidad de leer, analizamos los
factores psicológicos y socioculturales que intervienen en este proceso,
valoramos la adquisición de automatismos lectores y nos convertimos, a veces, en
los mediadores entre los libros y el futuro lector.
Partiendo de
esa necesaria individualidad que es leer, ese afán de búsqueda que nos ofrece
la lectura, esa capacidad de elección y de discernir entre tanto texto impreso
lo que realmente nos interesa y es de aceptable calidad, deberíamos reflexionar
sobre el acto de leer, dedicar unos momentos analizar esa tarea, y buscar la
empatía entre persona y lectura.
No olvidemos
que la lectura es una tarea permanente en la persona, que no siempre nos gusta
leer a los mismos autores o temas, ni mantenemos inalterables nuestros gustos
literarios, cada época, cada edad, cada lugar aporta sus peculiaridades a los
lectores y estos pueden tener hoy razones para argumentar a favor de la lectura
distintas a la de generaciones anteriores.
Y como expuso Paul Auster: a pesar de que la literatura es un acto de soledad, porque se escribe y se lee en soledad, la lectura permite una comunicación profunda entre los seres humanos a través del espacio y del tiempo, ya que nos facilita el acceso a pensamientos de personas contemporáneas a nosotros o que vivieron en épocas pretéritas, a la par que nos acerca a ideas afines o no a las nuestras y a formas de pensar distintas a nuestro imaginario social.
Y
Jordi Sierra i Fabra, uno de los escritores más prolífico y de los que más
publica y vende en nuestro país, es muy rotundo cuando habla de la lectura.
Esto es una pincelada de lo que me dijo cuando le formulé la pregunta:
“Leer es un misterio.
Y por qué leemos, otro más.
Después de toda una vida leyendo y escribiendo, todavía no puedo
explicar exactamente qué siento al sumergirme en una buena novela. […]
Pues mira tú, a mí es que leer me salvó la vida.
Verás, yo iba para marginal. No delictivo, porque siempre he sido
más pacifista que nada, pero sí marginal social. Familia humilde, sin recursos,
sin muchas luces para estudiar, tartamudo... Lo tenía claro. Si no hubiera sido
un lector empedernido y devorador de letras, me habría quedado allí, perdido en
la nada y el olvido”.
Feliz
Día del Libro, felices lecturas y felices reflexiones.
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