Texto: Irene
Vasco
Ilustración: Juan Palomino
Colección Álbumes Ilustrados
ISBN 978842614598-7
260 x 260 mm, 40 páginas
14,90 €, (+ 7 años) 2019.
Por José R. Cortés Criado.
“Me
encantan los libros de tela. Si la lluvia los moja, pronto se secan.
Igual pasa con esta bella tierra que guarda tantos misterios, tantas
leyendas, en medio del río más grande del mundo. Amazonas, reino de
palabras y de vida: aquí me quiero quedar para siempre”. Irene Vasco: La joven maestra y la gran serpiente.
Una
joven maestra es destinada a una escuelita perdida en el Amazonas está muy ilusionada, pronto se dedicará a lo que más ama, a
enseñar a niños y niñas lengua, matemáticas, historia...
El viaje que pensó corto no lo fue. Primero autobús, después bote, después moto, después caminata, total, cuatro días para llegar a su destino. Iba feliz y contenta con un buen lote de libros de lectura.
La escuelita era una techumbre en medio de la selva, su vivienda un cuartito y un poco más allá las casas de los habitantes de la aldea. Para su sorpresa, apenas hablaban castellano, tenían su lengua propia.
Todo marchaba bien. Los niños leían los libros en clase, se los llevaban a casa, los intercambiaban, hasta que cierto día los alumnos le avisaron de que tenía que subir al monte porque la gran serpiente estaba enfadada y en la escuela corría peligro.
En la cima estaban todos los habitantes de la comunidad, la maestra también, pero su enfado muy mayúsculo cuando vio que sus libros desaparecieron bajo el agua. Ya no tenían libros y se acabaron las historias.
Al día siguiente las mujeres de la aldea comenzaron a bordar dibujos en pequeños trozos de tela, después los niños los cosían y formaban libros con unos dibujos preciosos aunque sin texto.
Eran las historias de los pueblos indígenas que conservaban gracias a su memoria. Las madres contaban las historias, los niños las traducían para que la maestra las conociese y todos se enriquecieron con esta labor.
Sin duda estamos ante un homenaje a las muchas maestras que cargadas de ilusiones dejaron sus confortables viviendas para acudir a lugares remotos y llevar la educación.
Y a los pueblos indígenas que supieron conservan sus historias y las pasaron de generación en generación para que se perpetuasen en nuestra cultura.
La historia es sencilla, cargada de emoción y rica en ideas. Seguro que más de un enseñante se ve reflejado en la maestra audaz que no dudó en ningún momento cuál era su papel en aquella aldea perdida.
Al texto se Irene Vasco hay que añadir las vistosas ilustraciones de Juan Palomino. Su paleta de colores refleja perfectamente los espacios, ya sea la ciudad, el largo recorrido de la protagonista o la selva donde transcurre la mayor parte de la trama.
Se percibe la grandeza de la Naturaleza ante la pequeñez del ser humano, ya sea por los enormes árboles, las aguas turbulentas, los rayos y truenos o la cantidad de animales extraños y personajes imaginarios que surgen de los bordados de las madres.
Excelente álbum ilustrado que no dejará a nadie indiferente y se suma a la colección de libros destinados a los primeros lectores que encantan también a los mayores.
Si quieres conocer otro libro de Irene Vasco pincha aquí. Letras al carbón.El viaje que pensó corto no lo fue. Primero autobús, después bote, después moto, después caminata, total, cuatro días para llegar a su destino. Iba feliz y contenta con un buen lote de libros de lectura.
La escuelita era una techumbre en medio de la selva, su vivienda un cuartito y un poco más allá las casas de los habitantes de la aldea. Para su sorpresa, apenas hablaban castellano, tenían su lengua propia.
Todo marchaba bien. Los niños leían los libros en clase, se los llevaban a casa, los intercambiaban, hasta que cierto día los alumnos le avisaron de que tenía que subir al monte porque la gran serpiente estaba enfadada y en la escuela corría peligro.
En la cima estaban todos los habitantes de la comunidad, la maestra también, pero su enfado muy mayúsculo cuando vio que sus libros desaparecieron bajo el agua. Ya no tenían libros y se acabaron las historias.
Al día siguiente las mujeres de la aldea comenzaron a bordar dibujos en pequeños trozos de tela, después los niños los cosían y formaban libros con unos dibujos preciosos aunque sin texto.
Eran las historias de los pueblos indígenas que conservaban gracias a su memoria. Las madres contaban las historias, los niños las traducían para que la maestra las conociese y todos se enriquecieron con esta labor.
Sin duda estamos ante un homenaje a las muchas maestras que cargadas de ilusiones dejaron sus confortables viviendas para acudir a lugares remotos y llevar la educación.
Y a los pueblos indígenas que supieron conservan sus historias y las pasaron de generación en generación para que se perpetuasen en nuestra cultura.
La historia es sencilla, cargada de emoción y rica en ideas. Seguro que más de un enseñante se ve reflejado en la maestra audaz que no dudó en ningún momento cuál era su papel en aquella aldea perdida.
Al texto se Irene Vasco hay que añadir las vistosas ilustraciones de Juan Palomino. Su paleta de colores refleja perfectamente los espacios, ya sea la ciudad, el largo recorrido de la protagonista o la selva donde transcurre la mayor parte de la trama.
Se percibe la grandeza de la Naturaleza ante la pequeñez del ser humano, ya sea por los enormes árboles, las aguas turbulentas, los rayos y truenos o la cantidad de animales extraños y personajes imaginarios que surgen de los bordados de las madres.
Excelente álbum ilustrado que no dejará a nadie indiferente y se suma a la colección de libros destinados a los primeros lectores que encantan también a los mayores.
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