Chi-Ki: Un panda en Osolandia
Texto e ilustraciones:
Sujean Rim
Tradcucción:
Pilar Roda Díez
Editorial Bruño
Colección Álbumes Cubilete
ISBN 978-84-696-0777-0
230 x 230 mm, 40 páginas
(+ 3 años) 14€, Cartoné
2018.
Por José R. Cortés Criado.
Entrañable libro cargado de esperanza. La autora cuenta al final del mismo que está inspirado en su vida. Ella nació en Estados Unidos pero sus padres lo hicieron en Corea del Sur y desde pequeña soportó preguntas del tipo: ¿de dónde eres?, ¿no habláis inglés?, ¿por qué no sabéis cómo se hace esto?...
Así que se sintió como pez fuera del agua y pensó que paras sus padres debió de ser peor, por eso escribió esta historia en la que los protagonistas son una familia de osos panda que llega a Osolandia y se sienten fuera de lugar hasta que poco a poco terminan formando parte de esa sociedad abierta y acogedora.
La familia Lu llega en una embarcación típica coreana a Osolandia tras atravesar el océano y todo les llama la atención, no encuentran sus alimentos preferidos, no conocen muchas de las cosas que utilizan los habitantes de ese lugar y se siente incómodos.
El pobre niño Chi-Ki juega solo porque no sabe utilizar un monopatín, un balón de fútbol o unas gafas de sol y se siente diferente; intenta camuflarse para asemejarse a los otros, pero es imposible, él es como es y nada más.
Cierto día ve cómo a los otros niños se le quedó suspendido un balón en lo alto de un abeto y, ni corto ni perezoso, crea una pértiga de bambú y salta para rescatar la pelota.
Todos se sorprenden de su ingenio y lo felicitan, pues ellos desconocían ese instrumento para saltar.
Al final se acoplan en la sociedad y se sienten parte de ella, ya que todos son semejantes y diferentes, unos más altos, más bajos, marrones, blancos, con gorra, con casco, con...pero en el fondo son similares entre sí.
Bello canto a la bondad y al sentimiento de pertenencia a un grupo social. Todos somos diferentes y somos semejantes, la convivencia debe ser entre todos, iguales y dispares, primando sobre todo que somos personas al margen de nuestra imagen externa.
Las imágenes son muy simpáticas, están realizadas con lápices de colores y acuarelas y tiene algún elemento pegado a modo de collage. Las guardas del libro muestran cinco osos diferentes mirando al lector en la parte frontal y los mismos, de espaldas, por atrás.
Aunque me llama más la atención la portada del libro, en ella se ven veintiún osos adultos diferentes entre sí y tres bebés, ocupando el centro el pequeño protagonista del cuento.
La tipografía muestra distintos tamaños, ya sea para mostrar una voz elevada, unos pensamientos negativos u una exclamación.
Sin duda un sincero canto a
la amistad, la solidaridad y la diversidad, que Sujea Rim ha dedicado a sus
padres.
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