Me gustaría educar en valores de José R. Cortés Criado.
Durante una conversación mantenida
con un alumno de prácticas de Magisterio, se me ocurrió preguntarle si le
gustaba la especialidad que estaba estudiando, me respondió que sí, pero que lo
que más le gustaba era poder dedicarse a educar en valores.
Acto seguido le pedí que me
aclarase de qué valores se trataba, cómo los iba a enseñar, dónde se estudiaba
eso,...
Balbuceó algunas respuestas con los
tópicos típicos que todos sabemos, que si se enseña en la tutoría, que si las
trasversales, que si la igualdad, la no-discriminación...
Esta conversación me hizo
recapacitar sobre la importancia de los valores y sobre los valores que
estábamos transmitiendo a las nuevas generaciones y me formulé las siguientes
cuestiones.
¿Los que nos dedicamos a la
enseñanza hemos asumido el tipo de valores que queremos transmitir? ¿O vamos a
impartir una clase higiénicamente
aséptica, tanto física como mentalmente?
Creo que hace falta un debate
permanente sobre el tema, porque las costumbres, la moral, la sociedad, cambian
y porque los enseñantes somos muchos, muy variados y con ideologías diversas.
¿Pero será posible llegar a un consenso?
Creo que hay que intentarlo, hay
que buscar los puntos que nos unan y sobre todo hay que clarificar qué valores
son los que defendemos o si vamos a aceptar el currículo oficial y esa
denominación genérica de enseñanzas trasversales sin más.
Las materias trasversales han
estado ahí siempre, se han trabajado como se ha podido o se ha sabido; ya es
hora de trabajarlas sistematizadamente, siempre que sepamos hacia dónde nos
dirigimos.
Clarificación/conflicto de valores.
Vivimos unos tiempos en esta
“nuestra aldea global”, donde todo vale, todo se justifica, la lógica depende
de la persona que habla, configurándose un relativismo pasmoso, todas las
propuestas son válidas, todo depende de, todos los caminos conducen a Roma;
luego, todo está muy bien, hagamos cada uno lo que queramos que no hay
problemas.
¿Llegaremos así a buen puerto? No
lo sé, sospecho que no.
¡Qué buenos tiempos para los
sofistas!
Situados en esta encrucijada
sospecho que la cuestión ya no se reduce a saber qué valores vamos a
transmitir, sino, a si vamos a dejar que los valores se transmitan sin
analizarlos o sin tan siquiera comentarlos.
Si he empleado la oración
impersonal, no es porque crea que los valores surgen de la ciencia infusa de la
nada y se trasmiten por generación espontánea, la hice porque ya sabemos que
los valores son trasmitidos por la familia, por el sistema productivo, por los
medios de comunicación y por el colegio; dándose en todos ellos a la vez una
doble vertiente, por un lado las pautas oficiales, por
otro el currículo oculto, que forma parte de nuestro poso ancestral
sobre las concepciones de la vida y del mundo, de éste último es del que peor
nos defendemos.
¿Aceptamos sin más que a los
pueblos que padecen hambre y persecuciones se les ayude con programas
televisivos recaudatorios de dádivas? O por el contrario, planteamos en clase
que la solución no es sólo la solidaridad momentánea, sino colaborar
continuamente con alguna ONG o analizar el porqué se llegó a esa situación, o
la venta de armas por países que se dicen solidarios o...
¿Y el currículo de la publicidad?
¿También lo digerimos con sal de fruta y santas pascuas?
Ya no me refiero al sexo, a la violencia...sino a las formas
más suaves y dúctiles, por ejemplo a ese anuncio de tv. en blanco y negro, del
chico mono que le pide a la madre que le llene la despensa de pastillas, porque
los exámenes son aterradores, nos matan poco a poco. La solución no se plantea
con un cambio de estrategia en el
proceso de enseñanza/aprendizaje, no, esa es solución complicada, lo más fácil
es farmacopearnos, ¡qué más da que
nos haga el estómago polvo o el coco, da lo mismo!
Y cuando lees en la prensa que
almorzar en el restaurante seis tenedores Michelin de París te cuesta treinta y
cinco mil pesetas, ¿no se te corta la digestión?
¿Y si nos miramos nosotros/as? ¿Cómo
llevamos el tema de los valores? ¿Forman parte de nuestra conducta diaria? ¿Los
asumimos como opción de vida? ¿Son sólo materias a explicar?...
Podría seguir formulando preguntas,
pero creo que con estas son suficientes para que recapacitemos un poco/mucho
y a ser posible, el debate sobre las
trasversales no decaiga y cuando alguien nos formule la pregunta de qué valores
queremos transmitir, lo tengamos un poco claro.
Este artículo fue publicado durante el curso 1997/1998 en la revista Trabajadores de la Enseñanza de Comisiones Obreras, creo que sigue teniendo actualidad, por eso lo cuelgo hoy en recuerdo de esos tiempos pretéritos.
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