El asombro
legado de Daniel Kurka o el secreto de Nikola Tesla
Texto: Mónica Rodríguez
Colección Gran Angular
344 páginas, rústica
(14 años) 2016.
Por José R. Cortés Criado.
Nikola
Tesla, inventor, ingeniero mecánico, ingeniero eléctrico y físico, considerado
por algunos como un científico loco por las ideas tan innovadoras que mostraba,
hoy reconocido como un impulsor de la robótica, el control remoto, el radar, la
balística, la física nuclear…, es un personaje clave en la trama de la novela
escrita por Mónica Rodríguez.
La autora
recrea la vida de otro serbio, Daniel Kurka, desde que a los doce años llega a
New York en barco procedente del puerto marroquí de Casablanca. Es un niño
huido de su país a causa de la guerra europea, viaja solo, se dirige a
Norteamérica porque allí tiene a una tía que se hará cargo de él; el niño lleva
una foto de ella, es su única referencia.
Daniel Kurka
conoce a su paisano Nikola Tesla al final de su existencia, este lo confunde
con su hermano Daniel fallecido a la edad de doce años y le hace algunas
confidencias, revelándole un secreto que todas las potencias en guerra anhelan,
pero que Daniel sabe guardar por el bien del mundo, a pesar de jugarse su vida
por ello.
Daniel Kurka
llega a la ciudad prometida y deambula por sus calles y por los pasillos del
hotel donde trabaja su tía y se hospeda el inventor, relata sus vivencias y
describe los lugares y las personas con las que convive con suma naturalidad,
hasta que la vida empieza a complicársele con la presencia de personas amables
y atentas que ocultan otras intenciones; el joven va aprendiendo que las apariencias,
a veces, engañan.
Monica
Rodríguez crea desde el inicio de la historia una sucesión de hechos y
situaciones que ponen a lector sobre aviso de que algo importante ocurrirá en
el capítulo siguiente, y así, enganchando el final de un capítulo con el
siguiente, hace que el lector avance con rapidez la lectura, ya sea por las confesiones del científico, la presencia de espías nazis, de agentes del FBI o de una bella telefonista.
Daniel Kurka
va haciendo amigos desde la primera página y, al mismo tiempo, se crea enemigos
por hechos que él no termina de controlar, pero que de alguna manera genera.
Esa inquietud se mantiene hasta el final de la novela; y lo que en un momento
parece bueno, al siguiente toma matices que hacen pensar lo contrario; en esa
sucesión de situaciones tensas, revelaciones verdaderas o mentiras disimuladas,
un niño madura y aprende a resolver sus problemas, aún a riesgo de su propia
vida.
Junto a esa
valentía y forma de actuar del joven hacen acto de presencia el valor de la
amistad verdadera y la lucidez para saber qué hacer en momentos complicados y
difíciles de evaluar con frialdad.
Mónica
Rodríguez hace gala de su buen hacer hilvanado una historia creíble, tanto por
la personalidad de sus protagonistas como por la perfecta descripción del
entorno donde se desarrolla la trama.
Se trata de una buena novela que puede
gustar a todo tipo de público, aunque al estar protagonizada por un niño, se
enfoca para el publico juvenil.
Esta novela no
es más que una larga carta de despedida que un anciano tío le deja a su sobrino
de doce años tras fallecer, en ella le narra su vida desde los doce años cuando llegó a Estados Unidos y le deja un legado
que se desvela al final del relato.
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