La fuga de los personajes V.
Lo que acaeció al lobo de
Caperucita Roja cierto día que…
Texto: José R. Cortés Criado.
Ilustración: Gustave Doré
Vaya el papel que me han asignado a mí en este cuento. Siempre
me toca hacer de malo, está visto que los lobos no podemos ser buenos, eso no
es para nosotros.
Y aquí me tenéis todos los días en el bosque esperando a
Caperucita, haga frío o calor; yo debo estar aquí, en este cruce, ni un poco
más arriba o más abajo, no, aquí, justo aquí, vamos, que de tanto estar de
plantón en este rodal ya no crece ni la hierba.
Y, venga, a esperar a Caperucita, esa niña tan contenta y
feliz que viene por el bosque más fresca que una lechuga, cantando, saltando,
riendo, hasta que me ve y le cambia la cara.
Al principio se asustaba, luego, cuando vio lo que pasaba
una y otra vez, ya se ríe de mí, me hace cucamonas, me saca la lengua y hasta
me dice ciertas cosas que mejor no repito.
Como Caperucita es más lista que el hambre, cuando la miran
de frente está muy seria y algo cariacontecida, pero cuando está de espaldas al
lector la cara le cambia y…menuda cara pone y lo que dice.
Pero yo espero como siempre, no quiero estropear la lectura
a los que repiten o abren el libro por primera vez, y me aguanto las ganas de
decirle algo un poco fuerte, pero no, yo me debo a mi público y no quiero alterar
el desarrollo de la trama.
Así que cuando llega y me mira arrugando la frente y la
nariz y me saca la lengua, yo le pegunto adónde va, a quién va a visitar, qué
lleva en su cesto, en fin, esas cosas que todos sabéis, y ella me responde lo
que ya me sé de memoria y sigue su camino por donde yo le indico.
Acto seguido me toca una carrera a contra reloj para llegar
antes a casa de la abuelita, cada vez estoy más cansado y me cuesta más llegar
con tiempo para comerme a la abuela y cambiarme de ropa, pero la niña no me
deja un minuto de respiro, como me retrase no llego a tiempo de comérmela a
ella y el día que eso ocurra…menudo jaleo se va a armar, con un lobo que se
encuentra a la abuela y a la nieta merendando tan felices y contentas.
Pero esta vez también gané la pugna, que Caperucita es
mucha Caperucita y disfruta un montón corriendo como una gacela para llegar
antes que yo, menos mal que he encontrado otro nuevo atajo en mi camino que si
no…
Y cuando ya me ve disfrazo tan ridículamente con el camisón
de la abuela e incluso con su gorrito con lazitos, se ríe con descaro cuando
está fuera de plano y al ser el centro de la trama comienza a preguntar como si
no supiese qué pasa y quién está en la cama con esa cara tan peluda, esas
orejotas y ese hocico descomunal.
Y yo le sigo la corriente hasta que me la trago de un
bocado, menos mal que no crece porque si no, no sé cómo iba a llegar a mi
barriga; pero a veces es traviesilla y trae en la mano alguna ramita que me
araña la garganta y el esófago mientras llega al estómago.
Cuando se lo recrimino dice que no se ha dado cuenta, pero
los ojillos le brillan de un modo especial, y yo como soy muy comedido, no se
lo digo y hago como que me creo lo que ella dice, aunque ambos sabemos que lo
ha hecho adrede.
Y así, una y otra vez lo mismo, hasta que llega el cazador
y me destripa para sacar a las dos y me llena la barriga de piedras que luego
me cuesta un montón echar fuera, porque ellos se creen que los lobos digerimos
todo, pero no, también somos delicados y nuestros estómagos no están a prueba
de bombas, no, están a prueba de cabritillos, cerditos y alguna que otra presa
delicada y tierna.
Al llegar a este punto, ya solo me queda desear que los
lectores hayan disfrutado de la historia y sientan deseos de repetir su lectura,
porque eso nos hace felices a todos, a mí el primero, aunque protestemos de lo
monótona que es nuestra vida encerrados entre dos pastas duras.
¡Ánimo y a leer que los libros encierran muchas aventuras!
Si te perdiste alguna de las entregas anteriores de La fuga de los personajes pincha sobre el nombre.
Si te perdiste alguna de las entregas anteriores de La fuga de los personajes pincha sobre el nombre.
Excelente!!!!
ResponderEliminarGracias. Un abrazo lector. Pepe.
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