La vuelta al año en 365 cuentos
Texto: Gabriel García de Oro
Ilustración: Purificación Hernández
Editorial Anaya
ISBN: 978-84-698-4823-4
210 x 270 mm, 256 páginas
19,95 €, (+ 6 años) 2019.
Por José R. Cortés Criado.
“También la noche tiene miedo a la
oscuridad, por eso, para poder dormir, deja las estrellas encendidas”. Gabriel
García de Oro: La vuelta al año en 365
cuentos
Gabriel García de Oro escribe un libro con 365 historias
breves, unas ocupan casi una página, otros dos renglones; también los hay en
prosa y en verso, al margen de su extensión, son mágicos, creativos y soñadores.
Algunos están pensados para celebrar la efeméride del día en cuestión, son los
menos.
Los hay que nos recuerdan los cuentos tradicionales con
alguna modificación, como el que nos relata que un pozo tiene un deseo o el del
patito guapo, sin descuidar uno cargado de sabiduría, cuando nos dice que el zoo
no es lógico; y si no, que se lo pregunten a los animales que allí están
confinados.
Los hay de genios que cumplen deseos pero no como
nosotros pensamos, si te tropiezas con Malgenio, o deseos que se cumplen si se
da la colaboración de otra persona ajena, como por ejemplo el de la niña que se
quedó atrapada en un cuento y no pudo salir hasta que un lector cogió el libro
y leyó hasta el final.
Entre sueños, deseos, viajes, sorpresas, animales
mágicos, brujas algo descuidadas, gatos miedicas, adivinanzas, arcoíris y camaleones, libros
libres, el pollo Pillo, las caracolas, la niña que robó la Luna, un cuento para
los pies o cuando se gastó la palabra papá, se llega hasta el último cuento que
se titula igual que el libro.
El libro es una buena dosis de imaginación que despertará
las ganas de leer y de imaginar en más de uno, porque la realidad a veces ser
transforma en otra muy distinta a la conocida, nos ayuda a reflexionar sobre
nuestros comportamientos, nos traslada a un mundo de fantasía que tanto gusta a
grandes y pequeños, recodándonos que los cuentos tienen la capacidad de dormir
a los niños y despertar a los adultos.
Las palabras se acompañan de ilustraciones de Purificación
Hernández que nos presentan unos personajes ingeniosos y llenos de vida; a
veces son pequeños dibujos, otras se distribuyen por dos páginas u ocupan todo
el espacio. Todas las imágenes complementan al texto y añaden algún significado
a las ideas del escritor.
Este tipo de libro, de gran tamaño y peso, lo considero
adecuado para ser leído con la colaboración de un adulto, ya sea un abuelo, una
madre o una maestra y de forma pausada, a ser posible uno al día, ya que a mí,
particularmente no me gusta leerlo de un tirón al estar compuesto de muchísimas
historias independientes.