Trilogía de las Tierras
Jordi Sierra i Fabra
Colección:Las Tres Edades. 179.
ISBN:978-84-9841-234-5
Páginas:656
Dimensiones:140 x 215
Por José R. Cortés Criado
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a leer la Trilogía de las Tierras
veinticinco años después ha sido placentero y gratificante. Es un placer releer
los problemas de convivencia entre hombres y máquinas en esa sociedad
futurista a la que parece que nos vemos abocados, y es grato recrearte en un
relato conocido pero con el que vuelves a disfrutar más si cabe.
Es
ya una obra clásica de Sierra i Fabra, que se edita por primera vez en un solo
volumen, creo que este hecho es un acierto, pues facilita continuar el relato
sin pausa.
El
autor supo desde el momento de concebir la trilogía que estaba ante un hecho
importante, así cuenta que estaba tumbado en una colchoneta en la piscina de su
casa un tórrido día de julio de 1982 cuando se acordó de una cita que tenía
anotada en una de sus libretas: “Asesinato, hombre mata máquina. Estudiar
tema”.
En
ese momento vio la primera escena del libro: “una nave, el espacio, una luz…
que de pronto se apaga. Y en la nave, únicamente, una máquina y un hombre. Al
llegar a la base, la máquina está muerta y el hombre es acusado de asesinato,
algo que él niega porque estaba hibernado. Puesto que las máquinas, según las
leyes robóticas, no pueden atentar contra sí mismas, ¿qué pasó en el espacio?”
Lo
demás vino solo, cuenta el autor catalán en el prólogo de esta edición,
rápidamente vio la obra completa y comenzó a escribir el guión de la misma y
casi al mismo ritmo comenzó la escritura de la novela, con una ansiedad nada
normal.
El
primer volumen obtuvo el premio Gran Angular de la editorial SM y el vaticinio
de Montserrat Sarto, que le dijo al autor que ésta sería una de sus tres
grandes obras. El paso del tiempo confirma la lucidez de la especialista en el
fomento de la lectura.
La
base de la trama reside en la convivencia entre hombres, seres humanos, y
máquinas, el primer principio de la Constitución de esa Tierra es que ambos son
iguales ante la ley, está claro que no hemos llegado a tal extremo hoy, pero
todo es posible en un futuro.
Cuando
Sierra i Fabra ideó la trilogía no disponíamos de tantas “máquinas” a nuestro
servicio, sin embargo, muchas se han hecho hoy indispensables en nuestras
vidas; difícilmente viviríamos sin frigoríficos, teléfonos, ordenadores,
lectores ópticos, memorias digitales, navegadores…
El
primer volumen, …en un lugar llamado
Tierra, comienza con la llegada a la Tierra de la nave antes citada, a
partir de ahí surge la reflexión de hombres y máquinas para poder dilucidar qué
ocurrió realmente, las máquinas llevan ventaja sobre los humanos, tienen acceso
a una cantidad de información ingente y controlan los vuelos intergalácticos.
Al
final del primer volumen sabremos qué ocurrió y cuál es el motivo por el que se
ocultó la información, y es que las máquinas se humanizan a pesar de todo.
Son
muy interesantes los diálogos entre hombres y máquinas sobre su convivencia y
sus conveniencias; debaten sobre la bondad y la maldad del ser humano, la
frialdad del raciocinio de las máquinas, enfrentándose dos formas de entender
la vida, que si bien en determinados aspectos se enfrentan, realmente se
complementan
En
esta primera obra ya estamos perfectamente situados en el marco y en el tiempo
y hemos descubierto las categorías sociales en que se dividen las máquinas, y
las desconfianzas de éstas respectos al hombre, que ya este último condujo una
vez al planeta al exterminio, al “Gran Holocausto”.
La
segunda parte, Regreso a un lugar llamado
Tierra se inicia con una detallada información del Planeta Tierra 2, su
situación, características formas de vida, clases sociales, sistema político y
comunidades. Sierra i Fabra, siguiendo la tradición de otros grandes novelista,
idea un marco donde desarrollar la trama, crea unos personajes que no existen,
imagina una forma de gobierno, propone unas normas de desarrollo y progreso e inventa
un lenguaje para esa nueva sociedad.
Como
nadie sabe cómo será la vida dentro de siete mil años, el escritor idea sus
ciudades, el clima, las normas de convivencia, y algunos pequeños detalles,
como encontrar una solución a los problemas que el agua acarrea a las máquinas; para evitarlos las ciudades están protegidas por una cúpula que impide el paso
del agua de la atmósfera, los humanos se darán duchas secas y las plantas
recibirán el agua encapsulada.
Las
máquinas emitirán haces luminosos para indicar su estado de ánimo, tendrán
“células microprocesales”, “micropuntos oculares”, cuando se cansen dirán que
tienen “saturación de flujos” y si se encuentren mal no acudirán al taller de
reparaciones sino al “procesador médico”, tampoco habrá televisores sino
sistemas de visión holográfica o pantallas videofónicas, por ejemplo.
Si
en la primera parte un humano gana el juicio frente a toda lógica a las
máquinas, en ésta los humanos se han rebelado contra la lógica, exactitud y
frialdad de las máquinas, quieren ser ellos los que dominen el planeta e
incluso destruirlas.
Las
máquinas son atacadas con agua, ellas no atacan, se defienden, ante cada nueva
arma buscan una nueva defensa, no odian a su creador, no pueden hacerle daño.
Al
final se llega a un acuerdo entre ambos bandos y cada uno asume su
responsabilidad y decide sobre el futuro de su especie. Así se pone fin a
muchos años de convivencia y desaparece esa sociedad donde el trabajo no es un
castigo, la mitad de la vida de los humanos se dedica al ocio, no existen religiones,
el hábito de fumar ha desaparecido y tienen cubiertas todas sus necesidades
básicas, pero les faltaba esa espontaneidad tan humana, a veces irracional, que
hace que la vida sea maravillosa.
Si
bien la primera parte es muy interesante y me atrajeron especialmente los
enfrentamientos dialécticos entre la frialdad lógica de las máquinas y la
pasión de los seres humanos, esta segunda es mucho más fascinante cuando se lee
cómo evolucionan la forma de pensar de cada grupo y su forma de actuar ante la
nueva situación, que los abocan a seguir caminos diferentes a pesar de que
ambas se necesitan, es una relación de amor/odio.
El
hombre descubre que sin las máquinas tiene limitada muchas de sus acciones y
ellas saben que sin la ayuda del hombre, el suministrador de sus datos,
difícilmente generará nuevos conocimientos.
En
la tercera parte, El testamento de un
lugar llamado Tierra, cada “raza” vive en su planeta, las máquinas saben
que desaparecerán si no consiguen introducir nuevos datos en sus cerebros que
las hagan progresar, pero la ruptura con sus creadores fue tal que en el primer
capítulo ellas afirman que el origen de todo mal está en el hombre.
Para
las máquinas la solución pasa por negar al ser humano como origen y ser
supremo, lo declaran traidor a los postulados de la vida, declaran la supremacía de la máquina y la lógica como
único símbolo de futuro, y además afirman que toda discrepancia con esta ley o
reunión para discutirla son subversivas.
A
pesar de convertirse en un estado totalitario, surgen voces discordantes que
añoran el tiempo pasado y desean convivir de nuevo con el hombre e incluso
deciden ir en su búsqueda, pero la relación espacio/tiempo les hace llegar a su
destino en una fecha distinta a la de partida y la forma de vida humana que
encuentran no es la que esperaban, surgiendo nuevos problemas de difícil
solución.
Toda
la obra es un homenaje a Einstein y su teoría de la relatividad; este
científico dijo que el espacio y el tiempo van unidos y que el tiempo podía
dilatarse y encogerse; además, que a una gran velocidad el tiempo transcurre
mucho más despacio, pero el entorno mantiene su propio tiempo. Como reconoce
Sierra i Fabra, sin Einstein la Trilogía
de las Tierras no hubiera sido posible.
Después
de leer la obra completa me queda la sensación de conocer la historia narrada:
un grupo de personas se somete a otras hasta que decide acabar con esa
dependencia, este hecho ha sucedido múltiples veces a lo largo de nuestra
historia y el hombre vuelve a caer en los mismos errores una y otra vez.
También
se puede resumir como la desconfianza de un grupo de personas respecto a otro
grupo de máquinas inteligentes; o como un grupo de seres que genera otros seres,
los primeros necesitan de los segundos y cuando se dan cuenta de su dependencia,
desean eliminarlos pero ya es imposible.
Al
final nos queda la esperanza de un futuro mejor y la incertidumbre de su
consecución, y como dice Sierra i Fabra, “puede que un día el ser humano y la
máquina, juntos, lo consigan”.