¡Castigado sin leer!
Texto: Santiago García-Clairac
Ilustración: Adriana Santos
Colección Calcetín Rojo
ISBN 9788491421276
130 x 205 mm, 176 páginas
8,95€, (+ 10 años) 2018.
Por José R. Cortés Criado.
Con ese título cualquier cosa se puede sospechar de un escritor,
porque de ser verdad estaría tirando piedras sobre su tejado y de ser mentira,
no querrá dar una lección “cultureta” para que leamos. Después de su lectura comprendo que no es ni la primera ni
la segunda opción, se trata de una divertida forma de hacernos amar la lectura y los
libreros.
Si no fuese porque conozco a Santiago García-Clairac y sé
de su buen hacer, pensaría que se ha equivocado con el título, pero lo que
quiere es hacernos reflexionar sobre el valor de la lectura, los sabios libreros y las buenas
librerías.
Gregorio es el jovencito protagonista de la historia y un
día deja en mal lugar a su primo en clase porque lee mejor que él y su padre lo
castigó un mes sin leer; para el chico es algo monstruoso, sobre todo ahora que
está a punto de salir un nuevo libro de su autor preferido.
Y la cosa no para ahí, cada vez que ofende a su primo o
tiene un problema en casa su padre le aumenta el castigo y el pobre, que encima
lo cumple escrupulosamente, no sabe qué hacer para cambiar las cosas.
Además se da la paradoja de que su abuelo tiene una antigua
librería que cada vez va a menos, que es un amante de la lectura y disfruta
estando rodeado de libros, como le sucedía a su difunta esposa; que sus padre y
su tío, hijos del librero, odian la lectura, que sus primos alardean de no leer
nunca y disfrutar jugando con aparatos electrónicos; y que las esposas de los
dos hermanos tampoco leen; aunque al final alguno de estos confiesa que lee en
secreto para evitar problemas familiares.
Los hijos desean incapacitar al librero para así cerrar la
librería y montar un local con máquinas recreativas para los jóvenes; pero
entre su nieto Gregorio, la amiga de este, Cristal, su amigo Hugo, su prima
Camelia y un escritor de éxito, frenan esos deseos y la librería se remoza y
coge fuerza para una nueva etapa.
Historia bien simple, donde todo se resuelve favorablemente
para el grupo de los lectores, incluso los antilectores cambian de opinión tras
aclarar un problema que ambos hijos tenían pendiente con su padre, por culpa de
su amor a la lectura.
Problema familiar resuelto; una vez unida la familia unida,
la lectura ocupa un lugar importante entre ellos y todo vuelve a ser como antes
de morir la abuela de esta historia.
Fácil solución para ese problema que no parecía creíble, un
padre que prohíbe a su hijo leer; seguro que más de un hijo querrá tener uno
así.
Otro asunto que me llama la atención es enfrentar en la
obra el libro a los videojuegos, y cuando parece que estos van a ganar la
batalla, son derrotados por los aquellos, cuando en toda guerra sabemos que
nadie resulta vencedor a pesar de ganar la contienda.
La historia, narrada por su joven protagonista, está
contada de forma ágil y te atrapa para saber qué va a suceder en el siguiente
capítulo, hasta que llegas al final feliz después de varios sobresaltos en el discurrir
de la trama, ya que parecía que la librería terminaba transformada en sala de juego.
Seguro que algún jovencito desea abrir sus páginas para comprobar
si es verdad ese castigo paterno y se queda atrapado con la magia que esconde
ese ejército de letras negras que atraviesa las hojas.
Un título extraño para una obra literaria que por lo irreal de su significado te llama la atención.