El libro de la selva
Texto: Concha
López Narváez
Ilustraciones: Violeta
Monreal
Colección Álbumes Grandes
Clásicos. 240 x 360 mm.
40 páginas (+ 6 años) 2016
Por José R. Cortés Criado.
Concha
López Narváez con su buen hacer ha llevado a cabo esta adaptación del clásico
de Rudyard Kipling para los primeros lectores, y Violeta Monreal ha elaborado
unas llamativas ilustraciones que complementan el texto.
Los primeros lectores conocerán la vida del cachorro humano criado por una familia de lobos. Mamá loba lo amamanta, papá lobo lo cuida y sus hermanos lobos comparten con él sus vidas. En la selva tiene muchos amigos, aunque el temible tigre Shere Khan no termina de aceptarlo y se convierte en su más temible enemigo.
El niño humano, Mowgli, que en el lenguaje de la selva significa rana, vive encantado con su familia de acogida y con otros dos animales que le muestran gran cariño: el viejo oso, Baloo; y la pantera negra, Bagheera. El primero fue quien se ofreció como padre adoptivo de Mowgli.
El niño hace caso a sus protectores, sobre todo desde que los desobedeció y se fue a jugar con los monos, que entre juegos y risas lo llevaron a la antigua ciudad abandonada y lo hicieron prisionero, menos mal que Ra, el milano, dio aviso a Baloo y Bagheera.
Pero el niño se hizo mozo y se sentía incómodo, todos los animales le sugirieron que volviese con sus hermanos, con los hombres; él siempre se oponía porque decía que era un lobo, pero cierto día se acercó a una mujer que se calentaba junto al fuego y descubrió su pasado. La mujer lo llamó Ethoo, era su madre.
Al texto adaptado de Concha López lo acompañan magníficas imágenes de Violeta Monreal que ocupan la mayor parte del espacio de cada doble página. Todas las imágenes están formadas por multitud de pequeños trazos coloristas de gran belleza que a cierta distancia el ojo humano considera pinceladas minuciosas y, desde cerca, se muestran como recortes de telas con flores bordadas o dibujos geométricos.
Todas las láminas son espectaculares; entre ellas destacaría la belleza y temor que encierra la imagen del tigre malvado, Shere Kahn, en la que predominan los tonos rojos; la bondad del enorme Baloo que acoge y protege a Mowgli, coloreado en tonos azulones; o la belleza de la mamá del niño, que destaca por su belleza y por el colorido de un gran vestido que la cubre desde la cabeza hasta los pies. La imagen de Mowgli es la de un niño con su pelo negro encrespado y unos enormes ojos
Si importante son las imágenes de los protagonistas de esta historia, más belleza encierra la representación de la selva con plantas, flores y árboles multicolores; todos ellos trazados a modo de collage sobre el fondo blanco del papel.
También llama la atención las guirnaldas que enmarcan el número de las páginas y pequeños seres que pululan por las mismas como pájaros, mariposas, flores multicolores, especialmente las que adornan las letras capitales de cada capítulo.
Se trata de un buen cuento, bien narrado y mejor ilustrado que atrapará a los neolectores por las imágenes y a los lectores por estas y por el texto, pues ambos forman un ameno libro.
Los primeros lectores conocerán la vida del cachorro humano criado por una familia de lobos. Mamá loba lo amamanta, papá lobo lo cuida y sus hermanos lobos comparten con él sus vidas. En la selva tiene muchos amigos, aunque el temible tigre Shere Khan no termina de aceptarlo y se convierte en su más temible enemigo.
El niño humano, Mowgli, que en el lenguaje de la selva significa rana, vive encantado con su familia de acogida y con otros dos animales que le muestran gran cariño: el viejo oso, Baloo; y la pantera negra, Bagheera. El primero fue quien se ofreció como padre adoptivo de Mowgli.
El niño hace caso a sus protectores, sobre todo desde que los desobedeció y se fue a jugar con los monos, que entre juegos y risas lo llevaron a la antigua ciudad abandonada y lo hicieron prisionero, menos mal que Ra, el milano, dio aviso a Baloo y Bagheera.
Pero el niño se hizo mozo y se sentía incómodo, todos los animales le sugirieron que volviese con sus hermanos, con los hombres; él siempre se oponía porque decía que era un lobo, pero cierto día se acercó a una mujer que se calentaba junto al fuego y descubrió su pasado. La mujer lo llamó Ethoo, era su madre.
Al texto adaptado de Concha López lo acompañan magníficas imágenes de Violeta Monreal que ocupan la mayor parte del espacio de cada doble página. Todas las imágenes están formadas por multitud de pequeños trazos coloristas de gran belleza que a cierta distancia el ojo humano considera pinceladas minuciosas y, desde cerca, se muestran como recortes de telas con flores bordadas o dibujos geométricos.
Todas las láminas son espectaculares; entre ellas destacaría la belleza y temor que encierra la imagen del tigre malvado, Shere Kahn, en la que predominan los tonos rojos; la bondad del enorme Baloo que acoge y protege a Mowgli, coloreado en tonos azulones; o la belleza de la mamá del niño, que destaca por su belleza y por el colorido de un gran vestido que la cubre desde la cabeza hasta los pies. La imagen de Mowgli es la de un niño con su pelo negro encrespado y unos enormes ojos
Si importante son las imágenes de los protagonistas de esta historia, más belleza encierra la representación de la selva con plantas, flores y árboles multicolores; todos ellos trazados a modo de collage sobre el fondo blanco del papel.
También llama la atención las guirnaldas que enmarcan el número de las páginas y pequeños seres que pululan por las mismas como pájaros, mariposas, flores multicolores, especialmente las que adornan las letras capitales de cada capítulo.
Se trata de un buen cuento, bien narrado y mejor ilustrado que atrapará a los neolectores por las imágenes y a los lectores por estas y por el texto, pues ambos forman un ameno libro.
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