La cuchara menguante
Texto: Sam Kean
Ilustración: Maggie Edkins
ISBN 978-84-698-4728-2
150 x 210 mm, 248 páginas
15 €, (+ 14 años), 2018.
Por José R. Cortés Criado.
Interesante libro que gustará a cualquier lector, pero
especialmente a los amantes de la Física y la Química, ya que la tabla
periódica es la protagonista de este relato.
Sam Kean nos lleva por la tabla actual y por las
precedentes contando de forma amena anécdotas, enfrentamientos, descubrimientos
y hallazgos nuevos en los ambientes científicos.
Comienza hablando de la creación de la tabla columna a
columna y fila a fila, para seguir con la geografía de los elementos, los
padres de la tabla periódica y finalizar esta primera parte con la genealogía
de los elementos.
La segunda parte se dedica a saber cómo se crearon átomos y
rompieron átomos. Paso a paso va desgranando avances en los estudios y
conclusiones a las que llegan los científicos como la siguiente: “Todos somos
hijos de las estrellas”. En este apartado se habla de los elementos en tiempos
de guerra y cómo se extiende la tabla en tiempos de la Guerra Fría.
La tercera parte se dedica a los errores y a las rivalidades
entre investigadores, mostrando donde hay mala química, rencillas,
desencuentros y envidias frente a los elementos y a cómo estos engañan a los
científicos.
La cuarta parte hace referencia a los elementos del
carácter humano a la hora de investigar desde vertientes diferentes, ya sea
como elemento político, económico, artístico o de locura.
La quinta parte habla del presente y el futuro de la
ciencia de los elementos, centrándose en la química a muy bajo cero, a la
ciencia de las burbujas, al instrumento de precisión absurda y a las nuevas
posibilidades de la tabla periódica.
Termina el libro con unos agradecimientos, la tabla
periódica de los elementos, un glosario, una bibliográfia y el índice del
libro.
Según el autor la historia de nuestra especie está en la
tabla periódica, de ella nos alimentamos, respiramos, envenenan a la gente,
desatan guerras y hasta los filósofos la utilizan para sondear el significado
de la ciencia.
La lectura es amena a pesar de los nombres de los elementos
y los procesos de investigación; el autor lo narra con sencillez y con gotas de
humor que salpican las páginas.
Así aprenderemos que los pioneros en el lejano oeste de
estados unidos llevaban una moneda de plata pura en las jarras de leche para conservarla
saludablemente o que los exploradores Lewis y Clark viajaban con laxantes de
mercurio.
Las columnas y las filas son celdillas repletas de secretos
que Sam Kean desvela poco a poco y nos acerca vidas como la de Marie Curie, o
nos explica por qué Gandhi odiaba el yodo, porque las historias que el libro
guarda tienen que ver con la historia, las finanzas, la mitología, el arte, la
medicina y la vida.
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