Cazar un bosque, pescar un mar
Texto: Amaia Cía
Abascal
Ilustración: Alejandro Villén
Editorial Anaya
Ilustración: Alejandro Villén
Editorial Anaya
ISBN 978-84-698-4708-4
130 x 200 mm, 112 páginas
11 € (+ 8 años) 2018.
Por José R. Cortés Criado.
Tomás es un chico de ciudad que cuando llegan las vacaciones debe marcharse a casa de sus abuelos, que viven en un pueblo muy pequeño, donde hay pocos niños, pocos habitantes y mala conexión wifi.
Cuando acabaron las clases recibió como trabajo de su maestra escribirse con un niño de Kazajistán, que le cuenta cosas muy extrañas en sus cartas. Tomás no sabe quién es ese M que le escribe, ni entiende lo que le cuenta, para él las cosas son más sencillas, aunque poco a poco va a ir descubriendo que no es así de fácil como él piensa.
Los abuelos son dos personas muy tranquilas, que conocen el campo perfectamente, son unos grandes ecologistas sin saberlo ni alardear de ello. Tomás va aprendiendo cómo ha de cultivarse el huerto, qué productos son la más adecuados..., sus abuelos viven en armonía con la naturaleza.
Además de aprender de sus abuelos sobre abejas y miel, arañas e insecticida, los cultivos y los animales, aprende de un par de hermanas de su edad que le aclaran algunas cosas y le hacen el tiempo más llevadero.
Pero hasta el pueblo le llegan las cartas de M y sigue fin saber qué es eso de un mar que habían robado y que su abuelo es un héroe nacional porque pescó un mar.
Tomás que le responde diciéndose que se alegra de saber que en su pueblo hay mar y lenguados y demás, que su abuelo sea un héroe, pero que el suyo es un superhéroe que con su capa y su máscara salva la vida a todo bicho viviente.
Tomás no se equivoca, sus abuelos salvan a los bichos vivientes, no quieren insecticidas químicos para no perjudicar a las abejas, a los pájaros ni a los alimentos que van a ingerir del huerto. Prefieren insecticidas y abonos naturales.
Sigue sin saber que el mar se escapaba un metro cada año por culpa de los melones y del algodón. Que antes la playa estaba allí, que luego a cien kilómetros y que ahora a diez minutos en autobús.
Tomás cree que es un rollo sin sentido y es su abuelo el que le aclara que lo que dice M es muy cierto y tiene que ver con la desaparición del mar de Aral porque en su país se optó por cultivos que necesitan mucha agua y esto hizo que se secase el mar interior de Kazajistán y que gracias a una presa que se construyó y al cambio de cultivo el mar se están recuperando.
Aclaradas las dudas, comprendiendo que un niño que habla cuatro idiomas es normal que no tenga un castellano fluido, decidió invitarlo a pasar unos días en el campo con sus abuelos, su perro con tres patas y sus dos estupendas amigas.
Al relato que hace hincapié en la historia, la geografía, la agricultura sostenible, el respeto al medio ambiente y la vida en familia se añaden los juegos de palabras, el dignificado de alguna que otra que los chicos desconocen y las partidas de palabras cruzadas a las que son aficionados los abuelos.
Me ha resultado muy amena esta historia llena de vida, inocencia y
aprendizaje de un pequeño que cree saber todo de todo hasta que
comprende que ha de aprender mucho todavía para saber algo de este
mundo.
La autora recrea bien el mundo infantil y la vida campestre y obliga
al lector a intentar descifrar el significado oculto del título, que
los lectores irán comprendiendo conforme avancen en la lectura.
Un dato curioso es el subtítulo que tiene cada uno de los capítulos
de la obra haciendo refeencia a un acontecimiento natural. Por
ejemplo, el capítulo vuno se titula “Un día de final de curso”
y paréntesis añade: (“ Cuando las semillas de los álamos flotan
como nieve de algodón”).
Este libro escrito con la agilidad suficiente como para tenerte
atrapado en su lectura ha conseguido el IX Premio de Literatura
Infantil y Juvenil Ciudad de Málaga 2018.
El volumen está ilustrado or Alejandro Villén con dibujos a todo
color que complementan el texto y le añaden unas notas coloristas y
simpáticas.
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