¡Buen camino, Jacobo!
Texto: Fernando Lalana
Editorial Bambú
ISBN: 978-84-8343-600-4
168 páginas, 8,70 €
(+ 13 años) 2020
14,5 x 21
Por José R. Cortés Criado.
“Cuando Jacobo y Falgás salieron de nuevo a la plaza del Obradoiro, tuvieron la sensación de que lo hacían a un mundo nuevo, aún por estrenar. Y que su verdadera vida empezaba ahora.” Fernando Lalana: ¡Buen viaje, Jacobo!
Jacobo es ciudadano de Canfranc. Desde que nació se crió de forma rolliza, así que siempre fue gordo, cosa normal hasta que su tía, enfermera militar, lo vio con seis años y le diagnosticó su enfermedad: gonfletes.
Toda la familia se apena por esa enfermedad desconocida. La aseveración de la tía Victoria los dejó sin aliento. Jacobo debería llevar, desde ya, una vida muy tranquila, sin sobresaltos, sin palpitaciones, sin preocupaciones, sin nada que lo altere; por supuesto, nada de correr, jugar al fútbol y saltar.
Jacobo, que no quería morir joven, hizo caso de su tía y en casa hacía una vida muy regalada. Lo pusieron a cuidar vacas en el campo y allí se pasaba los días, soñando con otra vida, sobre todo cuando veía pasar cerca de él a los peregrinos camino de Santiago.
Cuando le llegó la hora de hacer el servicio militar, la mili, que muchos españoles hicieron cuando era obligatoria, Jacobo decidió que quería hacerla, pero su tía no permitió que se incorporase a fila por sus gonfletes y volvió a casa alicaído.
Pero no estaba dispuesto a volver con las vacas sin antes haber salido un poco de su pueblo, por lo que decidió salir de casa para hacer el camino hasta Santiago de Compostela. Nadie pensó que fuese capaz de caminar por su enorme volumen, pero él salió como si fuese a pastar con las vacas.
El primer trecho se le hizo eterno, sobre todo porque caminaba con sandalias. Los pies los tenía destrozados, pero quería hacer al menos una jornada, para no volver a su pueblo derrotado en el primer kilómetro.
Lo que Jacobo no sospechó es que esa cabezonería suya de querer andar un trecho para poder volver airoso a su casa, se convirtió en un largo viaje que lo hizo llegar hasta la catedral de Santiago.
De sus aventuras, desventuras, cansancio, amistades, lugares, comidas y costumbres que conoce a lo largo de su peregrinar queda constancia en las páginas de este libro que tiene dos partes: la primera, breve, está dedicada al personaje; la segunda, mucho más extensa, es un diario del recorrido, donde se especifica el día y la ruta seguida.
Así que este joven, que fue perdiendo peso de forma gradual conforme avanzaba en su caminar, conoció personas muy interesantes, leyendas cargadas de misterio, comidas muy sabrosas, y sobre todo, comprendió que la vida es algo más que cuidar vacas y que el Camino de Santiago es un lugar maravillosos para madurar y conocer gente.
Fernando Lalana, con su habilidad, lleva al lector, jornada tras jornada, en una visita guiada por los lugares emblemáticos del camino. Cualquiera que desee hacer la ruta, puede utilizar el recorrido de Jacobo a modo de guía, ya que además de los percances que sufre, nos informa de iglesias, capillas, pueblos y paisaje bellos que atraviesa en su marcha.
Al texto narrativo se añaden en ocasiones, anuncios, carteles y textos, enmarcados o con tipografía diferente, que dotan de verosimilitud al relato, ya que suman en la narración y complementan algún que otro acontecimiento vivido por Jacobo, ya sea cuando compró una bicicleta o se publicita una pulpería.
También incluye en el relato palabras propias de su zona como las maripís, zapatillas deportivas; nos aclara a pie de página el origen de términos como narval, para denominar a un tren, o nos aclara que Berdún es una villa del Camino de Santiago y no tiene nada que ver con Verdún, lugar de Francia donde hubo lugar una terrible batalla.
Igualmente, hace referencia a la mili, a Melilla, a las islas Chafarinas. Lugares que conoció cuando hizo el servicio militar; fruto de esos recuerdos es su libro Morirás en Chafarinas.
También incluye en el relato palabras propias de su zona como las maripís, zapatillas deportivas; nos aclara a pie de página el origen de términos como narval, para denominar a un tren, o nos aclara que Berdún es una villa del Camino de Santiago y no tiene nada que ver con Verdún, lugar de Francia donde hubo lugar una terrible batalla.
Igualmente, hace referencia a la mili, a Melilla, a las islas Chafarinas. Lugares que conoció cuando hizo el servicio militar; fruto de esos recuerdos es su libro Morirás en Chafarinas.
Sin duda que gustará a los jóvenes lectores, ávidos de aventuras y con ganas de caminar, tanto física como mentalmente, porque con los datos aportados pueden hacerse una idea de cómo es el camino más famoso del mundo.
Libros como este animan a tomar conciencia, en los lectores, que hay que vivir la vida como cada uno tenga en gana, que no debemos venirnos abajo por alguna información desafortunada y que tener confianza en uno mismo es fundamental para madurar y ser feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario