Un día
en la familia Mózar
Texto:
Daniel Nesquens
Ilustración:
Beatriz Castro
Colección
Ala Delta-Serie Roja
ISBN
9788414020470
130 x
200 mm, 40 páginas
9,05 €,
(+ 5 años) 2019.
Por José
R. Cortés Criado.
“El
señor Mózar era músico, amo de casa, sagitrario y pesaba casi cien
kilos”. Daniel Nesquens: Un día en la familia Mózar
El señor
Mózar era un hombretón de cien kilos que siempre estaba cantando,
ya sea mientras preparaba el desayuno a su bebé o al despertarse, ya
que es un músico y sueña con la música, por eso nada más poner
los pies en el suelo tarareaba la melodía de los sueños para no
olvidarla.
Pero esa
mañana, que también tarareaba vio a alguien bajo la mesa de la
cocina, pensó que podría ser una ladrón, pero resultó ser su hijo
Wolfran que dice no atreverse a salir de casa porque una tribu india
lo quiere secuestrar.
Y era
verdad, cuatro indios con sus mejores galas, plumas incluidas estaban
en la puerta de la vivienda. Uno llevaba el ojo morado, otro
utilizaba una muleta y los otros dos parecían tener dolor de muelas.
Los cuatro entraron en casa en busca del niño.
El niño
corría, los indios detrás y el señor Mózar era el último, el
pequeño subió a su dormitorio, se ocultó, escapó, bajó...y todos
detrás hasta que la pequeña de la casa hizo lo que suelen hacer los
bebés cuando tienen hambre, se puso a berrear.
El padre
pidió una pausa para darle el biberón a su pequeña, los indios no
estaban de acuerdo, querían atar a Wolfran en un poste de madera
pero cuando escucharon la melodía que tarareaba el señor Mózar
todos pararon.
Todo se
aclaró el niño le dio un balonazo a uno en el ojo, a otro le puso
la zancadilla y encima les metió cuatro goles, menos mal que la
comida y la música amansa a todos y hasta cuando llega la señora
Mózar a casa se alegra de tener visita y les promete construirle un
punte sobre el río donde ellos viven.
Ingeniosa
historia, algo disparatada, en la que realidad y fantasía anda de la
mano en un marco real como puede ser la vivienda de una familia culta
y acogedora.
David
Nesquens vuelve a sorprendernos con otra historia original y
divertida. Me ha gustado su lectura.
La
narración es ágil, se lee con sumo gusto y los diálogos algo
hilarantes. Te muestran unos indios adultos norteamericanos que
invaden una vivienda en busca de un niño por problemas infantiles,
lo sucedido en el terreno de juego de un partido de fútbol. Algo
genial para hacernos ver que, a veces, los adultos actuamos como
niños.
El texto
se acompaña de coloristas ilustraciones de Beatriz Castro, que
retrata muy bien a los protagonistas de la trama y el entorno donde
se desarrolla, todo ello con múltiples detalles y gestos expresivos.
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