lunes, 23 de noviembre de 2015

El cuerpo deshabitado de María Menéndez-Ponte

El cuerpo deshabitado

María Menéndez-Ponte


Colección Algar Joven

13 x 20,5 cm, 256 páginas

2015






Por José R. Cortés Criado.

María Menéndez-Ponte ha sabido hilvanar una historia muy actual y verídica alrededor de una chica de segundo de bachillerato que tiene la autoestima por los suelos desde siempre.

La primera parte de la novela toma una agilidad narrativa que te lleva a la velocidad del rayo a devorar página tras página esperando que la protagonista, Aldara, diga basta y se rebele ante su falsa amiga, la súper estupenda que no tiene escrúpulos en utilizar a los demás para conseguir todo lo que se propone.

La segunda parte diversifica la temática, aunque esa lucha interna de Aldara por ser ella y poder salir del pozo donde se hunde sin remisión es la idea central; alrededor está el primer amor, el primer desengaño, los verdaderos amigos, las relaciones familiares, la homosexualidad masculina, la homofobia, el sobrepeso, la bulimia y su salto al mundo universitario con todos los cambios que ese hecho conlleva.

Sin duda, un libro de esperanza para las muchas Aldara que existen en multitud centros educativos del mundo, que por no tener un cuerpo de los que las normas sociales consideran espectacular renuncien a ser ellas mismas, a su identidad e intenten mimetizarse con el entorno y pasar desapercibidas a los ojos de los demás, aunque no lo consigan por su volumen o tamaño.

A lo largo de las páginas está muy presente el amor, el que ella siente por el chico que la ignora, Pablo, que cuando le hace caso no es lo que ella esperaba y por Demian, que desde un inicio sabe valorar a Aldara.

De apoyo a esta presencia son los versos introductorios de cada uno de los cuarenta y dos capítulos, todos ellos extraídos de Romeo y Julieta de Williams Shakespeare; la protagonista sueña con ser Julieta en la función teatral del colegio. A lo largo de las páginas también se cita a Herman Hesse y a Quevedo, junto a otras referencias literarias y musicales.

La autora escribe la historia en primera persona y asume la identidad de Aldara con tanta naturalidad que desde su inicio crees estar leyendo lo escrito por una joven, por sus expresiones, su lenguaje y manera de plantear sus problemas; aunque sea de una joven buena lectora que sabe de literatura, música y arte; no en vano es matrícula de honor de su curso.

Este libro no dejará indiferente a los lectores.

Si quieres leer la crítica de otro libro de María Menéndez-Ponte, pincha aquí




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