martes, 23 de julio de 2024

"¡Ay, las cabezas!" de José R. Cortés Criado.

 ¡Ay, las cabezas!

Texto: José R. Cortés Criado.


Tercer Premio IV Certamen Literario "Cortos para endulzar el alma".



¡Ay, las cabezas!

 

Aquí estoy.

Como siempre.

Esperando que pasen las horas.

¿Es hoy o es mañana?

Ahora vendrá él, moverá la boca, sonreirá y me mirará.

No sé qué dice ni qué quiere.

Así ocurre siempre.

Él insiste, me toca, me sonríe y mueve la boca.

Yo no digo nada.

Ni siquiera sé quién es.

Y yo no tengo ganas de hablar.

No sé qué quiere que le diga.

Tampoco sé quién soy.

Solo quiero estar tranquila.

Todos me sonríen con amabilidad.

Me ponen en un gran aprieto porque no sé qué hacer.

Menos mal que sé sonreír y eso les alegra.

Aquí estoy observando el vaivén de las palmeras.

Hoy hace un poco de viento.

Yo no lo siento.

En mi habitación no entra.

En mi cabeza tampoco.

¿He dicho viento?

¿Qué es el viento?

¿Eso se come?

El viento…el viento…el viento…

Ahora no pienso en nada.

Soy… eso que…

El viento…el viento…

Ya llegó.

Me mira.

Sonríe.

¿Quién será?

¿Qué me cuenta?

¡Ah!

Sigue aquí.

¿Será la hora de comer o de dormir?

Se lo voy a preguntar.

¿Por qué me mira así?

Y no se va.

Ahora parece serio.

No escucho nada.

Tampoco hablo.

Intento leer sus labios, pero no los mueve.

Sonríe.

Siempre sonríe.

¡Sí! ¡Sé quién es!

¡Oh! ¡Qué mayor está!

¡Qué pena no saber hablarle!

Está mayor, pero sigue siendo un guapo mozo.

¿Y dónde vive ahora?

¿Por qué no está en esta casa conmigo?

¿Y nuestros hijos?

¿Dónde están nuestros niños?

¿Por qué no están aquí?

¿Por qué hace como que habla si no lo oigo?

Sí, está muy bien eso de sonreír, pero nuestros hijos dónde están.

Estoy sola.

He cerrado los ojos un momentillo y me he quedado sola.

¿Y ese señor tan amable?

¿Se habrá ido?

Me parece que he estado hoy en mi casa.

No estoy segura.

Pero me ha llegado ese olor a tierra mojada.

Habrá llovido.

Sin duda.

¡Qué bien lo pasábamos cuando llueve en la huerta!

Mamá no me regañes. La tierra está mojada y…

Ya sé que cuando llueve no hay que meterse en los charcos.

No lo voy a hacer más. Te lo juro.

Ya es otro día o… puede que no.

Cuando venga una de esas vecinas le preguntaré si es la hora de lavarse o acostarse.

No sé por qué me preocupa eso.

A mí me da igual levantarme que acostarme.

A ellas no. Son muy chismosas. Quieren saber si como, si duermo, si hago caca, si hago pipi. ¡A ellas qué le importará eso!

Tengo unas ganas de que venga mi mamá y me lleve a casa.

Allí no tengo que enseñarle el culo a nadie.

¡Ah! Debe ser de día.

Ha venido la madrugadora a traerme el pan y el café.

Le tengo dicho que no quiero el café con leche.

Y todos los días lo mismo.

No abro la boca y ella se enfada.

Se lo repito: ¡Quiero el café solo!

Hoy estamos muchas vecinas en el patio.

Será por la tarde.

Es la hora de coser y charlar.

No tengo aguja ni dedal. ¿Cómo voy a coser?

Mamá dame el costurero, que se va la luz y no hago nada.

¡Qué ajuar más bonito me bordé!

Mi madrina estaba muy contenta con mis sábanas de percal y sus puntillitas rosas y azules.

No quiero el café con leche.

El pan me lo como sin rechistar, pero la leche no me gusta.

Y esta vecina no se entera.

Se lo diré a mi amiga de las gafas negras.

Esa sí me entiende.

Esta será extranjera y por eso no se entera.

¿Qué hago aquí?

¿Por qué no estoy en el patio de mi casa?

Mamá, mamá. Vámonos a casa.

¿Qué dice esta señora?

Será muda.

Mueve los labios, pero no le salen palabras de la boca.

No escucho nada nada.

Otra vecina.

¡Qué pesadas son!

No me dejan en paz.

Yo quiero irme con mi mamá.

¿Por qué me levantan?

Estoy muy bien sentada.

No quiero nada.

Solo quiero mi aguja y mi dedal.

¡Dejadme en paz!

Por fin se han ido.

Estoy en la cama.

¿Y mis amigas?

Este colchón es muy duro.

El bueno es el de la casa de mi abuela Juana.

Con sus sabanas bordadas y su cobertor marrón.

¡Qué abriga ese cobertor!

¡Y lo que pesa!

Me ha prometido que cuando me case me lo va a regalar.

Mis primas se morirán de envidia.

¡Que rabien!

¿Vendrá pronto mi amigo?

Tengo calor.

En esta casa hace mucho calor.

Ahora tengo frío.

Ya no estoy en mi casa.

Cuando venga el hombre de la barba le voy a pedir que encienda el brasero.

Y que me lleve a mi casa.

Espero que sepa dónde vivo.

Bueno, si no lo sabe, lo llevo yo, porque yo sí sé andar por estos campos y no me pierdo nunca.

A ver si viene pronto y llegamos para la hora de la comida, que ya tengo hambre.

¿Cuántas personas hay aquí?

¿Habrá pasado algo?

No quiero que me hablen.

Dejadme tranquila.

No quiero ni veros.

No me quiero ni ver yo.

Por favor, llamad a ese joven que siempre me sonríe.

Este no es el hombre que yo esperaba.

Está muy serio.

Me mira de forma extraña.

Y habla muy bajito.

No lo escucho.

¡Ah, que ya me lleváis a casa!

Menos mal.

Estaba pensando que se os habíais olvidado que mi mamá me espera.

Y mi papá, también.

Lo que pasa es que él está con las cabras y vendrá más tarde.

Seguro que están preocupados porque no estoy con ellos.

¿Por dónde me lleva?

Este no es el camino.

Este patio no es el corral de mi casa.

No veo los perros.

Ni los oigo ladrar.

¿A dónde me llevarán?

Les hablo y no me entienden.

Me dicen que sí con la cabeza y sonríen, pero yo sé muy bien que no me entienden.

¿De dónde serán estas personas?

Mira que son raras.

Y todas mudas.

Hoy es hoy o ya es mañana.

¿Qué hago aquí?

¿Por qué no me llevan a mi casa con mi mamá?

 

 


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