Palabras de caramelo
Texto:
Gonzalo Moure
Ilustración:
María Girón
Editorial
Anaya.
SBN:
978-84-698-9103-2
205 x
285 mm, 80 páginas
Tapa
dura, (+ 10 años)
15,95
€, 2022.
Por José R.
Cortés Criado.
“Hubo una
vez un niño sordo que amaba a un camello. El niño se llamaba Kori, aunque no
podía saberlo porque no oía nada”. Gonzalo Moure: Palabras de caramelo.
He vuelto al leer este libro veinte años después y sigue emocionándome. Como dice Moure en el prólogo que ha escrito para esta edición especial en su vigésimo aniversario, “es para mí la demostración de que ningún escritor debe buscar nunca la trascendencia, ni el éxito, que muchas veces lo más simple, lo más verdadero, es lo que perdura.”
El escritor
se inspiró para la historia en una niña, Fatimetsu, sordomuda que vivía en los
campos de refugiados saharauis. El escritor y la niña pasaban ratos “charlando”
sobre las dunas. Ella le enseñó algunas de sus palabras por medio de gestos.
Un día
nació un camello y fueron a verlo. Cuando la niña vio a la madre y el hijo
rumiar, pensó que hablaban entre ellos. Ella intuía lo que hablaban por el
movimiento de sus labios y se lo contaba a Moure. Este intentó explicarle que
no hablaban que era su forma de comer.
Fatimetsu
se enfadó y comenzó a traducirle al escritor la conversación entre los
animales: que si el hijo le da las gracias a su madre por la leche que le
ofrece, que si la madre le aconseja... Lo llamó Caramelo.
Con el paso
de los días, la niña fue entablando amistad con el camellito. Ella le contaba
sus vivencias diarias y sus deseos y creía entender que su amigo, el mejor
amigo que tenía, también le manifestaba sus pensamientos.
A partir de
aquí, Moure solo inventa un personaje, en este caso un niño, Kori, y recrea sus
paseos y sus conversaciones con Fatimetsu, y crea un historia entrañable que
nos acerca a las condiciones de vida de una persona con una minusválida en un
entorno árido y falto de medios y nos muestra su sensibilidad, su forma de
entender la vida, sus reflexiones y la grandeza de su humanidad.
El niño
consigue aprender a leer y escribir con gran esfuerzo. Lo hace pensando en
transcribir lo que Caramelo le cuenta, ya sea sobre la vida en el desierto o un
conjunto de versos cargados de lirismo.
Y como todo
no puede ser maravilloso, hay momentos duros para el protagonista, no solo
cuando otros niños se meten con él o le pegan por ser diferente, no consigue
hacerse entender o descubre cuál es el destino final de su amigo.
Hechos que
le hacen madurar y asumir que la vida tiene momentos tiernos y momentos duros.
Obras como
esta nos hacen reflexionar sobre la vida, la convivencia con los demás, el
respeto, la tolerancia... y la forma de vida del pueblo saharaui al que no se
le permite tener su independencia.
Esta
edición especial tiene unas estupendas ilustraciones de María Girón que refleja
muy bien el marco donde transcurre la trama, desde las formas del poblado, las
vestimentas, las dunas y hasta las tonalidades rojizas del desierto. La
sensación de calidez es enorme.
En la
historia hay mucho amor por un pueblo olvidado y por una forma de vida
solidaria.
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