El aprendiz de naturalista
Texto y fotografías:
Luis Manuel Iglesias
Colección Ginkgo biloba
ISBN 978-84-16777- 83-9
160 x 235 mm, 228 páginas
Jóvenes, 2017.
Por José R. Cortés Criado.
Me ha encantado este libro. Está compuesto por una serie de
relatos que cuentan las grandes hazañas de unos pequeños personajes con
bastante acierto y una serie de fotografías, o mejor dicho macrofotografías, de
insectos, mariposas, orugas, libélulas, lechuzas, murciélagos, pájaros, plantas…
Su autor, Luis Manuel Iglesias, relata de modo casi autobiográfico
una serie de vivencias compartidas con su hermano y dos amigos en las décadas
de los setenta y ochenta del siglo pasado en Galicia, en la provincia de A
Coruña.
Iglesias condensa en veinte relatos, bien organizados y estructurados,
con cierta carga didáctica, otros tantos recuerdos de sus salidas a su entorno
para descubrir ese mundo maravilloso de pequeños seres que comparten el mismo espacio
vital.
Con ello nos demuestra que para investigar, descubrir y
aprender no hay que hacer grandes desplazamientos, solo tener los ojos bien
abiertos y la mente preparada para asimilar todo lo que está próximo a nosotros;
así investigan en la charca cerca de su casa, en el río, en el descampado o en
el sótano de la vivienda.
De ese modo, ellos descubrieron cómo viven los renacuajos y
su transformación en ranas, observaron el apareamiento de la mantis religiosa y su
afán depredador; el mundo de las arañas, algunas con malas pulgas; la
transformación de orugas en crisálidas y en mariposas, comprendiendo así el
milagro de la metamorfosis; los ratones que habitan en las casas o en el campo;
hasta bellos pájaros que anuncian el nuevo día o vuelan en loca persecución
como el martín pescador.
Cada capítulo tiene la habilidad de atraer al lector y
hacerlo partícipe de la aventura de estos jovencitos que salían de casa bien
temprano y pasaban muchas horas observando en medio del campo cualquier tipo de
vida animal.
Por medio de interesantes diálogos y escuetas explicaciones
el lector participa de la investigación y va tomando nota de las cosas
necesarias para hacer un trabajo de campo, ya sea llevando un bloc donde hacer
dibujos y tomar notas, una cámara fotografía o botes herméticos de cristal para
coger alguna muestra.
Este tipo de aventuras me recuerda a las que llevaban
a cabo Los cinco o Los siete de la mano de Enyd Blyton, que
hacía vivir a sus personajes infantiles en contacto con la naturaleza, lejos de
la vigilancia permanente de los padres, en un proceso de aprendizaje mucho más
interesante que el que puede ofrecer un libro, una película o una conexión a internet.
Sin duda es un libro curioso, atractivo, de calidad, que hará
nuevos naturalista tanto entre el público juvenil como en el adulto; y,
también, nuevos fotógrafos; pues no hay que descuidar el gran valor de las
imágenes que acompañan cada capítulo.
La belleza de las fotografías gusta por su colorido,
nitidez y buen enfoque, y aún más, por lo insólito de los animales
fotografiados, ya sea por su rareza, vistosidad o pequeñez.
Tener ante tus ojos una ranita de San Antonio sobre una
zarzamora, ver el batir de las alas de un herrerillo común, una musaraña en su hábitat,
una araña cangrejo, una oruga de pudibunda o una bellísima mariposa macaón
volando libre no es fácil sino no lo fotografía antes Luis Manuel Iglesias.
Gracias por este estupendo libro que volveré a visionar de
vez en cuando para saber algo más de esos seres pequeños que nos rodean y pasan
desapercibidos para la mayoría de los seres humanos.
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