La pastelería
Texto: Ricardo Gómez
Ilustraciones: Tesa Gonzalez
ISBN 110289
310 x 240 mm, 56 páginas
(+ 8 años) 2017.
Por José R. Cortés Criado.
A la genialidad de Ricardo Gómez se une la magia de Tesa
González y resulta un álbum ilustrado dulce y sabroso como él solo.
La historia comienza cuando un afamado pastelero decide
instalarse en una vivienda en estado ruinoso. Mientras la restaura y monta sus
mostradores y aparadores los vecinos piensan en las maravillas que se cocinarán
en sus fogones y lo bien que iban a saber las dulces delicias que saliesen de
sus manos.
Pero el señor Kuchen pasaba los días sentados en la puerta
de su casa y pensando, todos observaban, unos se acercaban más que otros y solo
los niños se atrevieron a entrar en su casa y jugar a los pasteleros, ya sea
batiendo claras, horneando pastelitos de crema, elaborando bayonesas de cabello
de ángel o…
El pueblo empezó a inquietarse al no ver movimiento en la
pastelería, el pastelero seguía absorto observando las nubes y pensando; los
niños jugaban a sus anchas, pero un día los buenos ciudadanos se cansaron de
tanta pasividad y además hubo un incendio en la pastelería.
El señor Kuchen decidió marcharse, no sin antes entregarles
de forma secreta un regalo muy especial a los niños del pueblo. Era un presente
único y como escribe el autor, más dulce, más sabroso y más delicioso que todos
los pasteles que habían soñado.
Este final, un regalo que no tiene que ver anda con la
profesión del señor Kuchen, sorprenderá a los lectores y les hará comprender
que hay cosas maravillosas que gustan y son más duraderas que un simple
pastelito que se devora en un segundo, ya sea bambitas de nata, pestiños de
miel, palmeritas de chocolate, deliciosos hojaldres, crujientes mazapanes o
barquillos de yema entre otras muchas delicatessen que cita Ricardo Gómez.
Cualquier lector puede leer el cuento sin necesidad de las
imágenes y disfrutará de su contenido, pero es imposible no fijarse en las
ilustraciones, que multiplican el valor de la historia y la engrandecen mucho.
Tesa González dibuja con la perspectiva que tienen los
niños de las cosas antes de dominar el sentido del espacio, por eso se ven
trazos indecisos en las paredes de los edificios, un aparador que parece
contrahecho o unos objetos diseñados con un solo trazo negro.
A todo ello hay que añadir unos personajes genialmente
ataviados con trajes de antaño, sombreros de copa, miriñaques, pamelas, enormes
ojos, pelos enmarañados…y llamativos colores.
Si llaman la atención los protagonistas, también lo hace la
imagen de la calle Strasse de una belleza singular con sus edificios de tejas
coloristas, su árbol florido y sus múltiples vecinos perfectamente equipados.
Genial es el carro y el caballo que traen al pueblo al
pastelero, el árbol con todos los dulces imaginados, la ciudad nocturna, la
imagen del pastelero escribiendo o las nubes que observa, todas serán una
delicia para el lector.
A todo ello hay que añadir multitud de detalles que complementa
los elementos principales del relato gráficos, ya sea la presencia de unos
gatitos, los pájaros, las flores, los pastelitos o los mantelitos de encaje.
En resumen un buen álbum ilustrado cargado de magia y color
que gusta desde la portada hasta la contraportada, y nos demuestra que las
cosas importante son las que perduran.
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Si quieres saber de otro libro ilustrado por Tesa González pincha aquí.
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