sábado, 14 de abril de 2018

"La fuga de los personajes I Actividad para celebrar el Día Internacional del Libro" de José R. Cortés Criado.


La fuga de los personajes I
Actividad para celebrar el Día Internacional del Libro 

Por José R. Cortés Criado.
Objetivos:
Recuperar los cuentos populares
Animar a leer
Desarrollar la imaginación.

Participantes: 
Maestros y alumnado.

Lugar: El colegio, especialmente sus aulas y la biblioteca.

Materiales: Los imprescindibles para caracterizase cada personaje.

Tiempo: Mínimo una hora si los personajes saben comunicarse con los pequeños, si no cuando decaiga el interés de los participantes.

Desarrollo:

Esta actividad la llevé a cabo por primera vez hace más de veinticinco años en el CEIP Vicente Aleixandre de Torre del Mar, Málaga, España, cuando era maestro de ese claustro.
La idea me surgió para difundir los cuantos clásicos de la biblioteca del centro y animar a los pequeños lectores a leer, porque hubo una época en la que se puso de moda leer a los nuevos escritores de LIJ y los cuentos populares podían caer en el olvido salvo que la factoría norteamericana del cine decidiese ofrecer su versión a los pequeños ávidos de dibujitos animados.
Para ello recurrí al alumnado de octavo de la extinta EGB, chicos y chicas de catorce años, sin su ayuda la experiencia nunca la hubiese llevado a cabo. Lo primero que hice fue exponerles la idea y pedir voluntarios para ejecutarla
Se trataba de formar un grupo de alumnos dispuestos a caracterizarse de algún personaje de los cuentos populares, no consistía en disfrazarse como si fuese un carnaval, solo se les pedía que llevasen algo que les identificase con el personaje elegido, porque de lo que se trataba era de desarrollar la imaginación de los alumnos menores.
El día que se llevó a cabo la experiencia, 23 de abril, vimos tres alumnos con unos hocicos y unos rabitos de cerdos recortados en cartulina anaranjada, otra con una capa con capucha roja, otra con un pijama y su peluche para dormir, otro con dos enormes botas de agua y unos bigotes pintados en su cara, otros con caretas confeccionadas por ellos de cabritillos, otras de sirena con piernas y cola llena de escamas de papel plateado, otro de príncipe con una corona dorada y otros de lobos, ogros y demás. La más sofisticada fue una alumna que acudió con un traje de novia y un cucurucho blanco con velo incluido sobre su cabeza y una varita en la mano, el hada madrina tuvo un gran éxito.
Una vez que los personajes estaban elegidos, cada uno elaboró su propio discurso, que podría variar según el nivel del alumnado que visitasen, la idea era común: conseguir que los niños identificasen su personaje, si no lo hiciesen a primera vista debían darles pistas como decirle que viven en el bosque, trabajan en una mina, se pasa el día durmiendo, es la madre de..., el cazador de...
Después había que hablar de la visita a la biblioteca, de su valor como centro difusor de cultura en el colegio y de la vida que en ella se desarrolla diariamente, para pasar a contarles que estaban aburridos en las estanterías porque ningún niño ni ninguna niña iban a visitarlos.
Además podían añadir que estaban apretujados en el libro, que querían salir y pasear, que les encantaba ver las caras de los lectores, que debían prometerles que en el recreo acudirán a la biblioteca para saludarlos y, por último, le pedían ayuda para que las bibliotecarias no los encerrasen de nuevo en los libros.
También se eligieron dos bibliotecarias, fueron dos alumnas las que quisieron ese papel. Ese día se presentaron vestidas con traje chaqueta, gafas, carpeta y bolígrafo en mano.
Su papel era simple. Debían entrar en las clases muy azoradas preguntando si habían visto a algún personaje de los cuentos populares y pedirle su ayuda para devolverlos a sus respectivos libros. También añadían que su trabajo peligraba porque sin personajes no hay libros y sin libros no hay bibliotecas.
Las bibliotecarias iban acompañadas de los cazapersonajes, ataviados con una enorme caja forrada de papel plateado a sus espaldas con una manguera que llevaban en la mano para absorber a la huidos.
Esa mezcla de personajes fugados, bibliotecarias apesadumbradas y cazapersonajes con ganas de llevar a cabo su trabajo fue un detonante para tener un día de fiesta en el colegio alrededor de los libros.
Aún recuerdo la felicidad de los niños, especialmente los más pequeños, que rápidamente aceptaron a los niños-personajes como auténticos y se sintieron solidarios con los fugados, intentando ocultarlos ante las bibliotecarias, abriéndoles las puertas para que se fugasen, anteponiéndose a los cazapersonajes y, sobre todo, participando en la actividad, hablando con los personajes sobre su historia y sintiéndose partes de la trama.
Poco a poco los personajes fueron desapareciendo de las aulas y empezaron a normalizarse las clases. Al final las bibliotecarias agradecieron a todos su ayuda para recomponer los libros y animaron al alumnado a acudir a la biblioteca.
Para los niños fue un día mágico, se alteró el desarrollo diario de las tareas escolares. Los pequeños se sintieron cercanos a los personajes de los cuentos tradicionales y los mayores se sintieron parte del mundo adulto para fomentar la lectura.
Para mí fue una experiencia muy positiva, la llevé a cabo otras veces pasados algunos años, creo que si se llevase a cabo anualmente terminaría cayendo en la monotonía y perdería la chispa mágica que tienen las sorpresas.
Recuerdo ahora que desde su inicio hubo más de una persona que estuvo preocupada por el ruido y el orden en los pasillos, esa fue su principal preocupación y después de más una hora con la actividad hubo quien me pidió que fuese acabando porque no se podía aguantar tanto jaleo, pero a pesar de ruido y del movimiento de niños creo que mereció la pena vivir esa experiencia.
Desde aquí animo a todo maestro y a toda maestra a celebrar el día del libro con alguna actividad festiva que no se limite a leer textos, redactar escritos o dibujar un libro y que fomente la imaginación de todos, grandes y pequeños, para que por un momento  seamos felices con las historias que manan de los libros.
 
PD: De aquella experiencia escribí algunos relatos, unos recordando qué sucedió y otros recreando lo que me hubiese gustado que sucediese.

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