El día que se apagaron las pantallas
Texto: Danny Wallance
Ilustración: Gemma Correll
Editorial SM
ISWBN: 9788413923734
248 páginas, 12,50 €,
(+ +10 años) 2022.
Por José R. Cortés Criado.
“...no nos sabíamos tu número de teléfono, y no lo
teníamos apuntado por ninguna parte, y tampoco podíamos mandarte un correo
electrónico ni un mensaje ni podíamos llamarte por Skype, y...” Danny
Wallance: El día que se apagaron las pantallas
Curiosísimo libro que se lee agradablemente y te
ríes de las situaciones tan absurdas que se pueden dar el día que todas las
pantallas del mundo dejen de funcionar, ahora que todos y en todas partes
dependemos de ellas.
Eso ocurre en esta historia. Stella, una niña
descubre, cuando se despierta, que los aparatos electrónicos han dejado de
funcionar. Se preocupa, pero se asombra más cuando ve que sus padres andan de
cabeza.
Los lectores podemos imaginar qué ocurrirá en ese
caso. Stella nos lo va narrando con el devenir de la trama, que toma fuerza
cuando los padres, la narradora y su hermano pequeño emprenden un viaje porque
la abuela paterna vive sola y tal vez necesite ayuda.
Se temen lo peor, que no tenga comida porque no
puede pedir que se la lleven a casa, que necesite alguna medicina..., lo que no
sospechan es que el mundo está patas arriba y que este rescate irá de desastre
en desastre.
Pensar un momento. No funcionan los móviles, ni
los navegadores, tampoco tienen mapas de carreteras en papel, las autopistas
están colapsadas, no funcionan las emisoras de radio, no hay tableta que se
encienda, no hay tarjeta bancaria que funcione, no hay cajero de banco
activo... Con todo esto, es complicado llenar el depósito de gasolina, comprar
comida u obtener dinero.
Descubrimos cómo sería vivir sin pantallas. Un
verdadero desastre. Mejor que no suceda nunca porque sería complicado. Esta
familia sobrevive a duras penas. Si no llegan a recibir ayuda de personas
desconocidas aún andarían por alguna carretera secundaria.
Además del problema electrónico, se trata de la convivencia
familiar, de las relaciones personales, de la vida sin tanta tecnología, de la
soledad, de la necesidad de disfrutar del tiempo libre con los demás y no dejar
nunca de ser niño.
Divertida y disparatada historia que hará pasar un
buen rato a los pequeños lectores que, además, disfrutarán de unas buenas
ilustraciones en blanco y negro que nos recuerdan los cómics de Gemma Correll.
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