Me aburro
Texto: Belén Gopegui
Ilustración: Natalia Carrero
Editorial Edebé
ISBN: 978-84-683-4898-8
130x 195 mm, 52 páginas
9,20 €, (+ 8 años) 2020.
Por José R. Cortés Criado.
“Nora, Iván y Lea sonrieron. Pobrecillos, tenían un grave problema: no sabía aburrirse. Cuando s eles pasar el malhumor, les enseñarían a hacerlo.” Belén Gopegui: Me aburro.
¿Qué pasa cuando se va la conexión a internet en cualquier casa de nuestra sociedad? Pues eso que pensamos. El caos. En muchísimos hogares es impensable estar sin wifi ni un solo minuto. Esto es lo que ocurre en esta historia.
Tres hermanos están en casa. Como siempre, el mayor, Iván, discute con la pequeña de la casa, Nora. La mediana, Lea, asiste impasible a esta nueva discusión. Siempre es así, los de los extremos se enfrentan y Lea observa sin participar.
Los pequeños están a cargo de una canguro, que como al día siguiente tiene un examen muy importante, se refugia en la cocina con unos tapones en los oídos para poder estudiar, a cambio, les deja jugar con los aparatos electrónicos de casa.
Por más que encienden y apagan el router la conexión a wifi no vuelve. El pánico es mayúsculo. La cuidadora les dice que deben esperar hasta vuelvan sus padres del trabajo y lo solucionen.
La única que no está alterada es Lea. Ella sabe cómo aburrirse y comienza a moverse lentamente, dibuja, cuenta hacia atrás y, poco a poco, va enseñando a sus hermanos a aburrirse con naturalidad. Al principio todo parece extraño, pero con ejercicio todo se va consiguiendo, ya sea nadando lentamente sobre la alfombra, deslizándose, dibujando, mirando...
Por fin, los tres hermanos hacen cosas distintas, sin tener conexión a internet y hasta se lo pasan bien haciendo tareas propias para matar el aburrimiento. Están tan relajados que, cuando llegan los papás a casa con sus prisas y sus temas laborales pendientes, los niños no se inmutan.
Los mayores son los que se soliviantan, ambos tienen que mandar algunas tareas por internet y no comprenden que no haya conexión. Menos entienden que sus hijos le dijesen que habían estado aburriéndose toda la tarde con toda tranquilidad.
Graciosa obra que nos habla del arte de aburrirnos al margen de los aparatos electrónicos a los que estamos conectados a todas horas. Es una manera de enfocar lo que hacemos en nuestro tiempo libre, que no es otra cosa que la que hacían antes todas las personas cuando nuestra sociedad no estaba tan conectada.
Belén Gopegui nos hace pensar en esa vida cotidiana que nos aleja de los demás y nos engulle con los teléfonos inteligentes, las tabletas electrónicas, los ordenadores... y en las tareas simples, como dibujar, que a algunos pueden parecer propias de otro planeta; y nos avisa de que no debemos olvidar lo importante que es fomentar la creatividad y el arte de “perder el tiempo haciendo nada”.
Además el libro es un canto a la necesidad del aburrimiento, a la superación de los problemas con imaginación, a la necesidad de trasmitir buenos hábitos a los hijos y a la autoestima. Libros como este divierten, entretienen y hacen pensar a más de un lector.
Natalia Carrero ilustra el texto con sencillos dibujos cercanos a la estética infantil que añaden más información al libro, ya sea pintando unos “me aburro”, unos deseos o lo que pasa por la mente de los hermanos, con unos trazos cercanos al decaimiento general de los aburridos.
Es un libro simpático que hará pasar un buen rato de lectura a los futuros aburridos.
Este me interesa, tengo una adolescente con la que me toca pelear para que suelte el movil, que la absorbe, y ella ni cuenta se da. Gracias.
ResponderEliminarPuede que tu adolescente no quiera ni abrirlo porque está recomendado para 8 años. Ojalá me equivoque y la haga reflexionar. Un abrazo lector. Pepe.
ResponderEliminar