jueves, 6 de septiembre de 2018

"Amalia, Amelia y Emilia" de Alfredo Gómez Cerdá

Amalia, Amelia y Emilia

Texto: Alfredo Gómez Cerdá

Ilustración primeras ediciones: 

Margarita Menéndez

Ilustración posteriores: Òscar Julve Gil  


Editorial SM


Colección Barco de Vapor Serie Azul
ISBN 9788467586114

112 páginas, (+ 7 años)

1º edición, 1993.








Por José R. Cortés Criado.

Amalia, Amelia y Emilia son tres brujas muy especiales, no son viejas reviejas, ni tienen el pelo blanco, ni una nariz enorme, ni están arrugadas como una pasa a pesar de sus cientos de años, es que son algo especial estas tres amigas.

La primera es europea, tiene el pelo largo, un poco rizado y de color zanahoria, muchas pecas en sus redondos mofletes y, ahora, a sus quinientos cincuenta años, vive tranquilamente en Urbecualquiera.

Amelia, cuyo verdadero nombre era Zalumba-Sagira-Bonidirubambo, tiene los mismos años que su amiga Amalia y había nacido en África negra; es muy alta y muy delgada y casi siempre sonríe.

Emilia nació en Asia, es redondita como una pelota de playa, tiene buenos mofletes y le encanta comer. Su auténtico nombre es Won-Shim-Flin-Tantán-Tu.

Cuando Amalia terminó de arreglar su casa, invitó a sus amigas a pasar una temporada en Urbecualquiera. A las tres les encanta el pueblo, y sobre todo su bosque, Cantamilanos, donde disfrutan de su vegetación y dan grandes paseos.

Todo fue bien hasta que el ayuntamiento decidió crear una nueva ciudad con miles de casas adosadas y sin adosar, piscinas y...en el mismo espacio que ocupa el bosque.
Las tres amigas decidieron actuar para impedirlo, idearon un plan con semillas mágicas pero no les dio el resultado esperado, pero si consiguieron interrumpir la reunión donde deliberaban sobre el nuevo proyecto urbanístico, debido al mal olor provocado al caer una semilla en el vaso de anís que bebía el alcalde.

Como estos intentos mágicos no dieron resultado, decidieron convertirse en árboles, para ello se pudieron sobre sus cuerpos ramas y hojas verdes para enfrentarse a las maquinarias que iban a derribar el bosque, pero los obreros no se presentaron; sí lo hizo la lluvia y cogieron un buen resfriado

Apenadas por su fracaso y encamadas por la fiebre, pensaron que todo se fue al traste, pero su hecho tuvo más repercusión de lo que pensaron y todo el pueblo tomó conciencia de la importancia de conservar los espacios verdes.

Releer este libro al cabo de más de veinte años me ha hecho ver que sigue siendo actual, porque a pesar de la concienciación ciudadana respecto a la ecología y el medio ambiente, es necesario estar en alerta porque la especulación urbanística no respeta espacios naturales, ya sean bosques o zonas costeras.

Esta novelita gusta a los pequeños lectores por su ingenio y gracia, mientras van tomando nota de las cosas que se pueden hacer para defender espacios públicos que benefician a todos los ciudadanos.

Gómez Cerdá sabe llegar a los lectores con esas escenas llenas de fantasía y humor, a la par que muestra aspectos sociales que afectan a la gente corriente. Siempre dije que este escritor saber retratar muy bien la clase media y sus problemas cotidianos.

No cabe duda de que estamos ante un libro de calidad que permite el envite del tiempo como lo demuestra el hecho de que sigue editándose y se hayan vendido más de doscientos cincuenta mil ejemplares.


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