viernes, 12 de julio de 2013

El tiempo del olvido



El tiempo del olvido

Jordi Sierra i Fabra

Alba Editorial 

Nº de páginas 184

Tapa blanda

ISBN 9788488730893





Por José R. Cortés Criado

Es un texto narrativo en el que abundan los diálogos directos, los párrafos cortos, los capítulos breves como escenas de película, contado en tercera persona por un narrador omnisciente con un ritmo narrativo rápido; algunas veces, trepidante. La novela responde a la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace, con un final abierto.
La relación de amistad entre dos muchachos es el hilo conductor de la historia, entremezclada con la música y con los fantasmas del pasado de ambos. Tetxu y Carlos vieron sus familias rotas por un hecho desafortunado, y comparten gustos musicales. 
Carlos, un joven de 18 años, tímido, solitario, llega a un pueblo del País Vasco, según dice, en busca de sus raíces maternas. Su pasión por la música, especialmente por “Led Zeppelín”, le hace conocer a Tetxu, también sin amigos, desconfiado, indeciso, marcado por un drama familiar: ser hijo de un militante etarra.
Tetxu vive con su madre, mujer que intenta por todos los medios que su hijo se relacione como cualquiera de sus coetáneos. Viven bajo la sombra del crimen cometido por el marido de la primera y padre del segundo, cuando Tetxu contaba con ocho años; unas veces es la Organización la que se lo recuerda a ambos; otra, los vecinos.
Carlos dice no tener familia, que su padre murió de mala suerte cuando él tenía ocho años y que su madre falleció un par de años más tarde; estaba enferma y no pudo soportarlo.
Carlos busca ante todo, llegar al asesino de su padre, que es el padre de Tetxu:  un hombre mayor, amargado, que no cree en ninguna guerra y que vive atormentado por los ojos de aquel niño, hijo de la víctima; imagen que lleva clavada en su cerebro, asociada a su hijo, ya que ambos son de la misma edad.
El hijo ve a su padre débil, como un ser humano atormentado por el pasado y cree que es tiempo de olvidar porque ninguna herida dura eternamente, aunque la cicatriz siempre sea visible.
Carlos se enfrenta al asesino de su padre pero no puede perpetrar su venganza, las palabras de su amigo y su raciocinio le evitan continuar en la espiral de violencia.
A lo largo de las páginas se advierte cómo los personajes evolucionan psicológicamente, van dejando atrás la adolescencia y van dibujando su personalidad de jóvenes que entran en el mundo de los adultos con un futuro esperanzador.
Jordi Sierra i Fabra deja el final abierto con la esperanza de un reencuentro de ambos chavales cuando terminen de cicatrizar las heridas abiertas diez años antes y todos sus personajes rehagan sus vidas, marcando un hálito de esperanza.
Toda la novela es un canto a la amistad, a la convivencia pacífica y a las relaciones familiares, dejando claro el rechazo a la violencia terrorista.  En ella se aprecia la importancia de resolver los conflictos políticos de forma pacífica y democrática, y se hacen referencias tanto a la presión policial como a la de la propia organización terrorista sobre la madre y el hijo.
Cuando se publicó por primera vez esta novela, 1995, era difícil hablar de la amistad entre el hijo de un etarra y de un militar, siendo el primero el asesino del segundo. Sierra i Fabra, como siempre, se aventuró en una historia atrevida, donde prima la amistad y las ganas de vivir en paz aunque sea en un ambiente hostil

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