Y de
repente, echándola de menos
Carmela
Trujillo
Colección Novela Juvenil
135 x 195 mm,
84 páginas
2015
Por José R. Cortés Criado.
Carmela
Trujillo escribe esta obra pensando en un público adulto, después la adapta al público
juvenil y la editorial Zonacuario de Quito, Ecuador, la publica. La novela
resultó finalista en el Certamen Hontanar de Narrativa Breve en 2011.
A lo largo de
las páginas el lector va a descubrir la vida de una joven, la pequeña de cuatro
hermanas, que vive con el recuerdo permanente de su madre fallecida tras un
accidente de coche y con la presencia de un padre, al que ve periódicamente
para no romper el lazo familiar, pero por el que no siente gran interés, dado
que es una persona déspota, autoritaria y falta de tacto para las relaciones
humanas y afectivas con sus hijas.
Esa falta de
amor, ese estar perdida después de la ausencia de la madre, la persona cariñosa
y afectiva que apuntala la unión familiar, la lleva a una encrucijada donde el
dolor y el desencanto la empujan a iniciar una nueva vida, una vez roto los
lazos que la ataban a un pasado sin visos de futuro.
La madre es
capaz de decir frases como: “La función de los tiranos es convertir en santos a
los que conviven con ellos.” El padre solo atina a decirle a su hija que menos
mal que no es escultora, porque si lo fuese su casa estaría llena de polvo y piedras,
pero como es pintora solo hay pintura y olores fuertes y remata la faena
diciéndole: “Tampoco se te da bien la cocina, ¿no?”
Si
tormentosa son las relaciones paterno filiales, mayor aún es la afectiva con su
pareja. Arrastra una relación intermitente con un actor afincado en Málaga;
ella sigue adherida a ese clavo ardiente y se desplaza a veces de Madrid a la
costa del sol para un nuevo reencuentro y un nuevo reinicio de una relación que
no conduce a nada; cuando la protagonista acepta la realidad, es él el que
parece no verla e intenta darle un nuevo giro a la relación pero ella lo tiene
claro y sabe qué camino debe seguir en el futuro.
El final del
relato es una llamada a la alegría, un inicio de una nueva forma de vivir que
seguro traerá buenas nuevas, aunque eso siempre va a depender de la actitud que
tome la protagonista del relato.
Estupenda
novela corta que te atrapa desde el inicio y difícilmente puedes dejar de leer,
y te hace sentirte cómplice de esa pintora que deja una vida cómoda y un novio
concejal por un compañero actor y una vida bohemia, pintando cajitas de regalo
o vendiendo cuadros en ferias medievales por los pueblos de España.
Sin duda el
lector se enfrenta a un libro que le hará discurrir sobre las relaciones familiares
y de pareja, ya que la autora intercala en la narración reflexiones personales
de los protagonistas con una gran carga significativa que sin duda le hará
recapacitar.
La escritora
ha adoptado dos puntos de vista para la novela; por un lado está la
protagonista, quien nos va a narrar los acontecimientos desde su óptica de una
manera directa y con dureza. El libro comienza
así: “Mi madre esperó dos meses para morirse, aunque no pensábamos, entonces,
que iba a morirse. No tan pronto, al menos.”
Junto a esta
visión en primera persona, aparece el narrador omnisciente, que desde la
distancia de la tercera persona va a desgranar el relato a modo de contrapunto
de la primera voz. Ambas voces llegan a mezclarse a lo largo de las páginas, aunque
nunca llegan a confundirse.
Si quieres leer la crítica de otro libro de Carmela Trujillo, pincha aquí.
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