Con los animales no hay quien pueda
Emilio Calderón
Editorial Anaya
Colección: Espacio Abierto.
ISBN 978-84-207-7516-6
13,1 x 22,4 cm.
144 páginas.
Por José R. Cortés Criado.
En esta primera novela juvenil, publicada en 1996, Emilio
Calderón nos presenta a un joven, Nicolás,
que con quince años se inicia en el mundo de la investigación
detectivesca. Su padre, famoso biólogo, considerado sabio por muchas personas,
cierto día decidió dedicar su tiempo a recuperar animales perdidos con la ayuda
del método deductivo.
La importancia de este método la explica el progenitor
apoyándose en el personaje de Voltaire, Zadig, que tras dedicar un tiempo a la
observación de los animales y gracias a sus deducciones fue capaz de describir
un perro y un caballo que nunca había visto, porque detrás de todo misterio hay
una explicación lógica. También se muestra gran admirador de Sherlock Holmes,
detective de fama mundial.
La novela comienza cuando Nicolás sustituye a su padre en la Agencia de Detectives
Castor durante unas vacaciones de verano y se le presenta su primer caso,
recuperar la mofeta perdida de un señor que se dedica a fabricar bombas fétidas
con los gases emanados de estos animales.
Después debe averiguar el paradero de un chimpancé muy
especial llamado Charlie, desaparecido de su jaula. El animal huyó cuando
alguien asesinó al director del zoológico. La particularidad del animal es que
se comunica a través del lenguaje de signos con las personas ya que conoce un
determinado número de palabras.
A lo largo de la historia se mezclan otras investigaciones,
unas relacionadas con las termitas, otras con las pulgas, además conoceremos a
sus amigos y veremos cuales son sus gustos e intereses. A lo largo de la
historia estará siempre presente la figura paterna y su método deductivo.
Si curioso es el hilo conductor del relato, mayor curiosidad
se desprende de la cantidad de datos expuestos sobre el comportamiento de los
animales: saber la fuerza que tiene un chimpancé, cómo se doman las pulgas, que
un león bien comido es inofensivo, que los monos son muy cotillas o que los
pájaros pogardos australianos cuando duermen no hay quien los despierte aunque
lo agarres por el gaznate.
La estructura de la obra es lineal siguiendo el modelo de planteamiento,
nudo y desenlace; la trama es la propia de las novelas policíacas, aunque
también tiene un aspecto divulgativo al acercarnos al mundo animal, y atrapa al
lector desde el principio, ya que desea saber cómo se resolverá el caso
principal; además, tanto si te interesa la biología como si no, te sorprenderán
una serie de informaciones curiosas sobre determinados animales que además les
sirven al escritor para definir la prosopografía y la etopeya de los
personajes.
Esa mezcla de géneros y de las vivencias de los jóvenes hace
que la obra siga teniendo actualidad, porque el hacer bien las cosas, respetar
a los animales, saber convivir con los demás, despertar al mundo adulto,
madurar a lo largo de una lectura y utilizar el método deductivo en la vida
diaria no pasan de moda.
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