Cuando la luna llora
Texto: Chiki Fabregat
Editorial Edebé
Editorial Edebé
Colección Periscopio
ISBN: 978-84-683-4544-4
130 x 205 mm, 240 páginas
10,50 €, (+ 12 años) 2019.
Por José R. Cortés Criado.
"La abuela murió una noche sin luna. Mamá dijo que se había apagado como se apagan la velas, dando más luz en el último momento." Chiki Fabregat: Cuando la luna llora.
Cora es una chica que vive en Madrid y tenía mucha
sintonía con su abuela. Esta siempre tenía alguna historia que contarle y
muchos secretos. Además todos sus deseos, recuerdos, fechas… estaban relacionados
con la luna. Que si hay que esperar una luna para desvelar un acertijo, que si
cuando llegue la nueva luna ocurrirá…
Cuando su abuela paterna fallece todo cambia. La niña ya
no tiene la confidente cerca, el padre siente su gran pérdida y la madre se
suma al dolor. Los cuatro vivían juntos. Así que deciden llevar sus cenizas a
Covanegra, un pueblo casi abandonado en la provincia de León.
La abuela nunca quiso volver a su pueblo, allí la
llamaban bruja. El padre no conocía el lugar, su madre lo abandonó de pequeña y
vivió en Madrid, nunca volvió pero nunca dejó de hablar de él.
Cuando llegaron al pueblo, a Cora se le cayó el alma al
suelo, cuatro casas habitadas, otras semiderruidas y un caserón con muchas
leyendas a cuestas, al igual que el río. En este depositaron las cenizas.
Los vecinos fueron muy amables, acogedores y con ganas de
restaurar el pueblo abandonado. Tan buena fue la acogida que los padres de Cora
decidieron dejar Madrid y venirse a ocupar una de esas casas medio habitables.
Los padres encantados, estaban algo cansados de la
capital y el trabajo no les iba muy bien; la jovencita, decepcionada, cree que
pronto volverán, no quiere nada del pueblo. Aquí todo el mundo es algo raro; un
alemán que dice que busca libros antiguos, una farmacéutica que busca algo más
que vender medicamentos; una anciana, a la que llaman “la loca” que está sola y
desvalida; un ser extraño, no se sabe si es un fantasma o un ser inmortal que
atrae a Cora; un jovencito y su madre de pelo rojo, que huyen de no se sabe
qué; un señor que se viene abajo cuando envenenan a su perro, y si eran pocos,
aparecen dos hombres supermusculados con caras de pocos amigos.
Todos se mueven en escaso metros junto a un río, una iglesia
y un campo de fútbol. El lugar es extraño, el paisaje, las moras con amapolas, los
túneles subterráneos, los ciclos lunares…al final algunos de los habitantes no
son lo que aparentan y en esas cuatro casas semiderruidas hay algo más que
piedras y árboles.
La novela te tiene en tensión desde sus inicios, siempre temes
que suceda algo inesperado y catastrófico; los dos únicos jóvenes del pueblo
hacen cosas de jóvenes que pueden resultar peligrosas aunque ellos no sopesen
el peligro tanto como el lector.
Chiki Fabregat sabe retratar muy bien a esa abuela casi
mística que tiene deslumbrada a su nieta; narra sucesos que se mezclan entre lo
onírico, lo terrorífico y lo fantástico, entrecruza historias de amores reales
y mitológicos y, además, refleja los problemas que tiene la España despoblada,
con esos pueblos que desaparecen y se convierten en lugares fantasmas.
Creo que gustará a los jóvenes con ganas de leer sobre niñas abandonadas, brujas, influencia de la luna, seres extraños, misterios, amores, relaciones familiares e investigación. Cora logra descifrar muchos misterios, participar en casi todos, olvidarse de Madrid, enamorarse y quedar atrapada por el embrujo de Covanegra.
Esta obra quedó finalista en el Premio edebé de Literatura
Juvenil.
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