Un cerezo
Texto: Alejandro Palomas
Ilustración: Albert Arrayás
Editorial Flamboyant
ISBN: 978-84-18304-27-9
250 x 250 mm, 48 páginas
17 €, Pasta dura
(+ 4 años) 2022.
Por José R. Cortés Criado.
“A lo mejor lo que pasa es que hay niños y niñas
que vienen al mundo para convertirse en planetas, como el Principito -dijo-.
Sin ellos, el universo se acabaría y entonces ya no habría luna ni sol y muchas
cosas más que no pueden ser.” Alejandro Palomas: Un cerezo
Alejandro Palomas se estrena en el mundo de los
álbumes ilustrados con este primer volumen y nos trae su fina sensibilidad, su
capacidad de fabular y su lirismo, para acercarnos al mundo infantil de forma
natural y espontánea a través de un niño y una niña.
Yuki es un niño al que le gusta mirar las
estrellas con su telescopio en compañía de su perro Rolo; Gea es una niña
pelirroja con la cara llena de pecas, esto no le gustaba nada. Ambos disfrutan
de un hermoso jardín de cerezos, sobre todo cuando llega la primavera y se
cubre de flores blancas.
Cuando la niña cumplió siete años, su madre le
hizo un pastel de cerezas. Se le olvidó deshuesar una y esa semilla fue a parar
al estómago de Gea. Yuki pensó que esa cereza le eliminaría las pecas y así fue
en un principio, aunque después surgieron otras complicaciones, que si el
cerezo enraizó en su estómago, que sí creció y ensanchó mucho y.…
El niño creyó que le estaba naciendo un planeta en
su interior y, como en El Principito, pronto saldrá una rosa, una serpiente, un
zorrito..., además, en el jardín, el herrerillo azul, Pía, construyó su nido,
luego se fue a vivir con Gea. La niña era feliz a pesar de que el médico decía
que tenía que operarla para extirparle el cerezo, pero no fue posible porque su
cuerpo sufrió serias transformaciones y se fue elevando lentamente durante la
noche hasta el cielo.
Desde entonces, Yuli observa en el firmamento con
su telescopio, ese nuevo planeta redondo, cubierto de flores blancas que tiene
un enorme cerezo lleno de herrerillos. Si mira sin el telescopio ve la cara de
su amiga salpicada de pecas y recuerda lo guapa que es.
Sencilla, tierna, emotiva, afectiva,
enternecedora... es una historia que nos habla de cariño, amistad, recuerdos,
ausencias, despedidas... de forma sencilla, cercana para que los pequeños
lectores capten el mensaje con naturalidad.
La obra está escrita con una carga enorme de
imaginación infantil, seguro que muchos pequeños lectores asumirán sin
problemas que una niña se transforme en planeta y que un pajarito desee vivir
sobre ella en vez de hacerlo en el cerezo del patio de su casa.
Este álbum ilustrado está cargado de recuerdos del
autor, empezando por el homenaje a su madre, mujer albina llena de pecas, como
Gea; a sus pecas, jugaba con sus hermanos a marcarse en la espalda las pecas y
soñar que se convertían en planetas; y tenía una amiga de la infancia que
desapareció cuando se mudaron de casa. Alejandro Palomas ha regresado a su
infancia y con un lenguaje poético nos ha transportado a grandes y pequeños
hasta ese lugar donde realidad e ilusión se dan la mano.
Si bueno es el texto, las ilustraciones no se
quedan atrás. Albert Arrayás nos muestra unos personajes muy reales en un marco
mágico, ya sea por esa profusión de hojas rosáceas, cerezas, magnifica tarta de
guindas, tetera descalabrada, espacio sideral, planetas maravillosos,
constelación de Gea o el planeta cerezo flotando sobre un firmamento colorista
y acogedor. En los dibujos se aprecian los trazos del lápiz y la fluidez de las
acuarelas. Color, vitalidad y complicidad se ve nítidamente en las láminas.
Libros como este acercan, agradablemente, la magia
de la literatura a los pequeños lectores y les abren la mente a la imaginación.
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