Una canción
Texto e Ilustración:
Guilherme Karsten
Editorial Edelvives
ISBN: 9788414028919
205 x 275 mm, 32 páginas
Texto e Ilustración:
Guilherme Karsten
Editorial Edelvives
ISBN: 9788414028919
205 x 275 mm, 32 páginas
12,30€,
(+ 6 años) 2020
Por José R. Cortés Criado.
“A veces una canción puede hacer
aflorar nuestros sentimientos más tristes… y al mismo tiempo darnos la
esperanza de que todo saldrá bien.” Guilherme Karsten: Una canción.
Cuando la música une más que otras muchas cosas, pueden hacer que las relaciones humanas tomen otra dimensión. Eso es lo que le ocurre a este padre y a este hijo, que comparten la música mientras viajan en el metro, aislándose del ruido y el bullicio para alcanzar una nueva dimensión, esa que abren las canciones que nos son importantes.
Cada canción abre la puerta a un mundo distinto. Junto a la música, las imágenes, ambas recrean esos espacios, esos deseos y esas ensoñaciones que envuelven al padre y al hijo.
Guilherme Karsten hace muchos guiños personales en el álbum, para recordar canciones o cantantes que influyeron en su vida; cuenta que la música lo unió a su padre más de lo que sospechaba e intenta seguir esa cadena con su hijo.
El primer guiño es a David Bowie y su canción Space Oddity. El rayo del cohete recuerda la marca distintiva del cantante; la canción le hace sentirse en el espacio mientras la escucha.
El segundo, la vestimenta del rockero recuerda el famoso traje blanco con flecos del rey del rock, Elvis Presley, que enloquecía al público con su voz y su baile.
El tercero, como buen brasileño, no podía ser más que para los “inventores”
de la música de su país, Tom Jobim y Vinicius de Moraes, mientras componen Chica de Impanema en el paseo marítimo.
El cuarto está dedicado a John Lennon y Yoko Ono, que encabezan una manifestación a favor dela paz; y al resto de los componentes de The Beatles, que forman parte del grupo.
El quinto está dedicado a unos abuelos que disfrutan interpretando música que les trae recuerdos de momentos importantes de sus vidas, destacando el valor que aporta a cualquier acto el que participemos cantando o tocando un instrumento.
Es un álbum cargado de emotividad, que gustará a grandes y pequeños, porque es una cadena, en la que el adulto intenta trasmitir el valor dela música a su hijo y, al finalizarla historia, el hijo le plantea a padre, que es el momento en el que el niño debe acercarle sus gustos musicales al padre.
Una historia tierna, simpática, llena de la magia de la música y de los sencillos dibujos que dan vida a estos personajes en su entorno cotidiano. Todas las láminas ocupan dos páginas en las que destacan los protagonistas y un sin fin de pequeños detalles que enriquecen la narración tanto como las palabras.
Sospecho que todos los lectores tendrán en su mente alguna canción que les levanta el ánimo cuando la escuchan, incluso que los hace mover el cuerpo a su ritmo. Me ha gustado mucho este álbum.
Cuando la música une más que otras muchas cosas, pueden hacer que las relaciones humanas tomen otra dimensión. Eso es lo que le ocurre a este padre y a este hijo, que comparten la música mientras viajan en el metro, aislándose del ruido y el bullicio para alcanzar una nueva dimensión, esa que abren las canciones que nos son importantes.
Cada canción abre la puerta a un mundo distinto. Junto a la música, las imágenes, ambas recrean esos espacios, esos deseos y esas ensoñaciones que envuelven al padre y al hijo.
Guilherme Karsten hace muchos guiños personales en el álbum, para recordar canciones o cantantes que influyeron en su vida; cuenta que la música lo unió a su padre más de lo que sospechaba e intenta seguir esa cadena con su hijo.
El primer guiño es a David Bowie y su canción Space Oddity. El rayo del cohete recuerda la marca distintiva del cantante; la canción le hace sentirse en el espacio mientras la escucha.
El segundo, la vestimenta del rockero recuerda el famoso traje blanco con flecos del rey del rock, Elvis Presley, que enloquecía al público con su voz y su baile.
El tercero, como buen brasileño, no podía ser más que para los “inventores”
de la música de su país, Tom Jobim y Vinicius de Moraes, mientras componen Chica de Impanema en el paseo marítimo.
El cuarto está dedicado a John Lennon y Yoko Ono, que encabezan una manifestación a favor dela paz; y al resto de los componentes de The Beatles, que forman parte del grupo.
El quinto está dedicado a unos abuelos que disfrutan interpretando música que les trae recuerdos de momentos importantes de sus vidas, destacando el valor que aporta a cualquier acto el que participemos cantando o tocando un instrumento.
Es un álbum cargado de emotividad, que gustará a grandes y pequeños, porque es una cadena, en la que el adulto intenta trasmitir el valor dela música a su hijo y, al finalizarla historia, el hijo le plantea a padre, que es el momento en el que el niño debe acercarle sus gustos musicales al padre.
Una historia tierna, simpática, llena de la magia de la música y de los sencillos dibujos que dan vida a estos personajes en su entorno cotidiano. Todas las láminas ocupan dos páginas en las que destacan los protagonistas y un sin fin de pequeños detalles que enriquecen la narración tanto como las palabras.
Sospecho que todos los lectores tendrán en su mente alguna canción que les levanta el ánimo cuando la escuchan, incluso que los hace mover el cuerpo a su ritmo. Me ha gustado mucho este álbum.
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