La curiosidad de Leonardo
Texto: Núria Homs
Ilustración:
Pedro Rodríguez
Colección Mi Primer Libro
200 x 260 mm, 64 páginas
ISBN 978-84-698-4811-1
9,50 €, (+ 8 años)
2019.
Por José R. Cortés Criado.
“Se dice que Leonardo fue un genio y es verdad que lo fue. Sin embargo, no era un hombre con superpoderes, sino una persona extremadamente curiosa que quería saber cómo funcionaba el mundo y por qué”. Núria Homs: La curiosidad de Leonardo.
Núria Homs nos acerca a la personalidad de este genio para que los pequeños lectores descubran el poder de la curiosidad para hacer que la sociedad avance y el progreso mejore nuestras condiciones de vida.
La obra comienza en nuestra época mostrándonos el interés de un señor en adquirir un cuadro que se atribuye a Leonardo da Vinci, para acto seguido retroceder en el tiempo y presentarnos a un niño que se divierte observando el vuelo de los pájaros.
Es un niño singular, todo le llama la atención, siempre está dibujando, y cuando no lo hace anota en el cuaderno que siempre lleva consigo las preguntas que le surgen o las ideas para algún proyecto futuro.
Además nos resalta su habilidad para escribir como si lo hiciese en un espejo, era zurdo y escribía de izquierda a derecha con las letras escritas de tal forma que hay que proyectarlas en un espejo ara leerlas como escribimos los demás.
Luego nos avanza sobre su formación en él escuela de Verrocchio, su traslado a Milán, siempre aprendiendo. Llama la atención que calculase los kilómetros que recorrió hasta llegar a su destino a partir del diámetro de la rueda y un contador de las vueltas que ideó.
Pero este artista no solo destacó en la pintura, muchos de sus cuadros tardaron años en acabarse, otros ni los empezó; él sentía necesidad de reflexionar sobre su trabajo, observar, retocar y, sin prisas acabarlo aunque hayan pasado años desde su inicio.
También se interesó por las armas de guerra, por la ingeniería militar, la decoración de escenarios, el montaje de fiestas que eran insólitas en su época, por la grandeza del espectáculo, la vistosidad de la disfraces o las múltiples herramientas construidas para elevar en el aire a personas, desplazar escenarios o mostrar efectos especiales deslumbrantes.
Además su faceta científica, sus estudios de la anatomía humana que le permitieron reproducir en sus cuadros miradas, gestos o sonrisas únicas por su realismo y delicadeza.
La habilidad de la escritora hace que la lectura de este volumen sea amena, sabe animar al lector para que participe de la trama, así como intercalar algunas frases que los lectores deben leer con suma atención para comprenderlas si no quiere recurrir a un espejo.
El narrador se dirige a veces al lector para animarlo a perseverar en la observación, buscar respuestas a preguntas que nos inquieten, siempre animándolo a fomentar la curiosidad como factor primordial para el aprendizaje.
Libros como este sirven para acercar de forma la figura de grandes hombres de nuestra cultura a los lectores jóvenes.
“Se dice que Leonardo fue un genio y es verdad que lo fue. Sin embargo, no era un hombre con superpoderes, sino una persona extremadamente curiosa que quería saber cómo funcionaba el mundo y por qué”. Núria Homs: La curiosidad de Leonardo.
Núria Homs nos acerca a la personalidad de este genio para que los pequeños lectores descubran el poder de la curiosidad para hacer que la sociedad avance y el progreso mejore nuestras condiciones de vida.
La obra comienza en nuestra época mostrándonos el interés de un señor en adquirir un cuadro que se atribuye a Leonardo da Vinci, para acto seguido retroceder en el tiempo y presentarnos a un niño que se divierte observando el vuelo de los pájaros.
Es un niño singular, todo le llama la atención, siempre está dibujando, y cuando no lo hace anota en el cuaderno que siempre lleva consigo las preguntas que le surgen o las ideas para algún proyecto futuro.
Además nos resalta su habilidad para escribir como si lo hiciese en un espejo, era zurdo y escribía de izquierda a derecha con las letras escritas de tal forma que hay que proyectarlas en un espejo ara leerlas como escribimos los demás.
Luego nos avanza sobre su formación en él escuela de Verrocchio, su traslado a Milán, siempre aprendiendo. Llama la atención que calculase los kilómetros que recorrió hasta llegar a su destino a partir del diámetro de la rueda y un contador de las vueltas que ideó.
Pero este artista no solo destacó en la pintura, muchos de sus cuadros tardaron años en acabarse, otros ni los empezó; él sentía necesidad de reflexionar sobre su trabajo, observar, retocar y, sin prisas acabarlo aunque hayan pasado años desde su inicio.
También se interesó por las armas de guerra, por la ingeniería militar, la decoración de escenarios, el montaje de fiestas que eran insólitas en su época, por la grandeza del espectáculo, la vistosidad de la disfraces o las múltiples herramientas construidas para elevar en el aire a personas, desplazar escenarios o mostrar efectos especiales deslumbrantes.
Además su faceta científica, sus estudios de la anatomía humana que le permitieron reproducir en sus cuadros miradas, gestos o sonrisas únicas por su realismo y delicadeza.
La habilidad de la escritora hace que la lectura de este volumen sea amena, sabe animar al lector para que participe de la trama, así como intercalar algunas frases que los lectores deben leer con suma atención para comprenderlas si no quiere recurrir a un espejo.
El narrador se dirige a veces al lector para animarlo a perseverar en la observación, buscar respuestas a preguntas que nos inquieten, siempre animándolo a fomentar la curiosidad como factor primordial para el aprendizaje.
Libros como este sirven para acercar de forma la figura de grandes hombres de nuestra cultura a los lectores jóvenes.
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