El soplador
de sueños
Texto: Bernard
Villiot
Ilustraciones: Thibault
Prugne
Traducción: Virtudes Tardón
Colección Álbumes ilustrados
230 x 330 mm, 40 páginas
(+ 6 años) 2016
Por José R. Cortés Criado.
Quizás el
mejor álbum ilustrado que he leído este año por sus ilustraciones y por su sensibilidad.
La trama es
sencilla; un niño que desea convertirse en un maestro soplador de vidrio en la isla
de Murano, Venecia, ve su sueño perdido el día que un accidente lo deja cojo y
es despedido del taller donde trabajaba.
Le apodaron el Bailarín por su cojera, nadie lo
creía capaz de soplar el vidrio si no era capaz de sostenerse derecho sobre sus
pies. Triste y abandonado no cejó en su empeño y cuando todos dormían soplaba
el vidrio a escondidas.
Cierta noche
que Zorzi Ballari se dirigía a un taller fue abordado por un niño que le
reclamaba una moneda, como carecía de ella le ofreció cobijo al calor del fuego
y un sueño azul cobalto, como el color de sus ojos, en forma de pompa de
cristal.
Esta pompa
de vidrio sutil y efímera maravilló al niño Giacomo y cuando estalló sin ruido
dejando un finísimo polvo de destellos
azulados el niño se durmió al instante y tuvo el sueño más maravilloso de su
vida.
Giacomo
contó su experiencia y pronto todos los niños de la isla querían su sueño único
y mágico; el niño era el mensajero y Zorzi respondía a todas las peticiones;
mágicamente las pompas de colores terminaban en las habitaciones de los niños
que podían disfrutar de sueños únicos.
Los maestros
sopladores de vidrio vieron peligrar sus negocios y descubrieron el motivo, por
lo que arrestaron a ambos niños, pero no sopesaron el dolor que suponía para
los niños perder sus sueños mágicos.
Al final Zorzi
enseñó su secreto a Giacomo, este a sus hijos y estos a los hijos de sus hijos
hasta hoy, que sigue existiendo un maestro vidriero que sopla sueños
extraordinarios; para conseguir uno solo hay que desearlo de verdad y con todas
nuestras fuerzas.
La bondad,
la amistad, el saber hacer, la generosidad, y, sobre todo, el deseo de hacer felices
a los niños mueve al protagonista de esta historia que no desea otra riqueza
que ver felices a los pequeños.
A este texto
se unen unas imágenes llenas de belleza de la isla de Murano, es fácil reconocer
sus tejados, puentes y góndolas; y unos personajes ricos en matices y
expresiones que envueltos en colores cálidos que recuerdan el siena italiano,
los rojizos atardeceres, la luz de los cielos azules y las brumas de la laguna
veneciana.
La fuerza
del color, el contraste de luces y sombras, los muchos pequeños detalles como
las gaviotas, el gato negro, las cañas sopladoras de vidrio, las herramientas
del taller, las bolsas, las vasijas de cristal, las mariposas, el ratoncito y
las finísimas pompas cargadas de sueños atrapan la vista de todo aquel que se
atreva a abrir sus páginas.
A tanta
belleza visual se une el texto cargado de lirismo que nos acerca a un mundo
mágico donde los sueños pueden ser realidad y las personas felices.
Bernard
Villiot sabe llegar a los lectores, a los que hace cómplices del relato cuando
los incita a buscar al maestro creador de pompas y sueños únicos para que cada
uno de nosotros pueda obtener el suyo.
Thibault
Prugne complementa el texto y lo cubre de belleza veneciana y de unos personajes
perfectamente expresivos.
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