Un fin de semana
de los cinco
Texto: Enyd Blyton
Ilustraciones: Marina Vidal
Traducción: Federico Ulsamer
Colección Los Cinco
14 x 21 cm, 222 páginas
2015
Por José R. Cortés Criado.
Enid Blyton
vuelve a crear una aventura para los cinco que te atrapa desde su inicio, y
aunque los lectores conocedores de la colección saben que algo les ocurrirá
para iniciar una hazaña nueva y con final feliz, no por ello cejan en el
interés por su lectura.
Es llamativo
la libertad de que gozan estos cuatro niños y su perro Tim y la naturalidad con
que padres, profesores y lugareños de cualquier aldea los ven deambular solos
por bosques, páramos y lagos misteriosos sin que nadie les reprima ni les prohíba
llevar su proyectos a cabo.
En esta ocasión
los chicos, Dick y Julián están en su colegio interno; las chicas en el suyo,
también, y como tienen un fin de semana largo de vacaciones, deciden
aventurarse por lugares desconocidos para vivir esos días en contacto con la
naturaleza.
Así que
quedan en un lugar concreto para, siguiendo unos mapas de la campiña inglesa,
recorrer con sus mochilas a cuestas varios parajes singulares, pero nada más
llegar al primer pueblo, comprar provisiones e iniciar la marcha, Tim, el
perro, se mete en una madriguera tras un conejo y se lastima una pata trasera.
Julián, el
mayor, y Jorge, la dueña del perro, se desvían de su ruta para acercarse a la
lejana casa del veterinario; Dick y su pequeña hermana Ana, continúan el camino
para llegar a la granja donde piensa pasar la noche antes de que esta llegue,
pero la lluvia, la oscuridad y lo poco señalizado que está el campo, hace que
terminen en una casa sucia, poco cuidada, habitada por una señora sorda y su
hijo, un maleducado.
A Ana le
permite pasar la noche en el desván, pero a Dick lo manda al pajar; este,
esperando que su hermano y su prima lleguen a pasar la noche, se duerme y lo
despierta una persona extraña que le dice, a través de una ventana en plena
noche oscura, unas palabras en clave y le tira un papel al interior del pajar.
Al ser de
día ambos niños huyen de esa casa y de sus desastrosos dueños; por fin
encuentran al resto de la pandilla, que iban a denunciar su desaparición; les
cuentan lo sucedido, comen y deciden investigar qué quieren decir esas palabras,
una vez que saben que la noche anterior se fugó un preso muy peligros de la
cárcel del condado y que el policía de turno no le da credibilidad a la historia
con palabras en clave que Dick recibió en plena noche.
Este es el
inicio de la aventura que los lleva a una casa quemada y abandonada, en cuya
bodega subterránea deciden pasar la noche. Al día siguiente localizan los
cuatro puntos marcados en el papel y deducen que allí debe haber algo
escondido, y al ser un mensaje entre malhechores, seguro que es el botín de un robo.
Mientras
todo esto sucede, los chicos comen con muchas ganas, como siempre, en numerosas
ocasiones; les encanta comer. Utilizando su intuición, van descifrando paso a
paso las claves del enigma; descubren a un hombre y una mujer que persiguen lo
mismo que ellos, con la diferencia que los cinco no saben qué buscar, los otros
sí.
Gracias a su
valentía, habilidad, intuición y sabiduría, consiguen hacerse con las joyas
ocultas en el lago y logran despistar a los compinches del ladrón que permanece
en la cárcel; él acaba con el tobillo roto y ella en tierras pantanosas que le
impiden desplazarse.
Al fin la
policía admite que los chicos tienen razón, que las joyas que han recuperado pertenecen
a una reina que visitó recientemente el país, detienen a los malvados y los
chicos vuelven a tiempo de reanudar las clases.
Bonito final
para esta historia que, como ellos reconocen, ninguno de sus compañeros creerá,
por lo rocambolesca que ha sido y los peligros que pasaron.
A lo largo
de las páginas, de fluida lectura, la autora va reflejando la sociedad de la
época, sus costumbres, gustos y dibujando el carácter de los personajes; si Jorge
es una chica que prefiere parecer un chico; su prima Ana, la menor del grupo,
es el prototipo de mujer tranquila, sumisa, ordenada, esplendida ama de casa,
que disfruta preparando el desayuno, arreglando las camas y ordenando el
espacio donde conviven; y, aunque es temerosa, no quiere perderse ninguna a
ventura y cuando quieren dejarla al margen de cualquier lance, se ofende,
porque quiere estar en primera línea aunque tenga algo de temor y sea
asustadiza.
También llama la atención las palabras que Enid Blyton dedica al perro Tim, son de elogio y comentarios como de si otra persona se tratara, lo dibuja como un ser muy inteligente, valiente y un amigo más de la pandilla.
Buen libro
este volumen que hace el número diez de la colección Los Cinco que está
reeditando la editorial Juventud con gran éxito editorial.
Si quieres saber más de otros libros de la misma autora pincha aquí.
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