Cuentos Españoles de Terror.
Selección de Vicente Muñoz Puelles.
Ilustraciones de Enrique Flores.
Madrid, Oxford, col. Clásicos adaptados.
Por José R. Cortés Criado.
Vicente Muñoz Puelles ha sabido elegir siete cuentos españoles para esta antología que reflejan distintas maneras de entender el terror en nuestra literatura, son modelos que nos presentan algún elemento sobrenatural para provocar terror, nada que ver con el mundo real de asesinos en serie.
La fantasía literaria nos llevará a otro lugar mientras dure la lectura, donde los elementos fantásticos se confundirán con los sueños, creándonos mundos quiméricos donde realidad y ficción van de la mano transformándose mutuamente a lo largo de las páginas escritas, conduciéndonos hasta el punto de terror que nos provoca cualquier miedo desconocido.
El primero de los cuentos recopilados se titula La pata de palo y fue escrito por José de Espronceda de forma irónica, no en vano todos los habitantes de cierto lugar quieren disponer de patas de palo dada la pericia en su elaboración por parte de un maestro carpintero. En ella se cuenta “el caso más espantable y prodigioso que buenamente imaginarse puede, un caso que hará erizar el cabello, horripilarse las carnes, pasmar el ánimo y acobardar el corazón más intrépido”.
El segundo, La cruz del diablo, es de Gustavo Adolfo Bécquer, inspirada en una leyenda que refiere la fundación del monasterio de Montserrat y cuenta la muerte de un sacerdote cuando oficiaba misa a manos de un caballero y como éste terminó ajusticiado por el pueblo. Bécquer toma la historial del vil caballero, presenta una armadura mágica, el diablo y las oraciones de san Bartolomé para doblegarlo.
El tercero, La mujer alta, de Pedro Antonio de Alarcón, retrata la obsesión de un señor por las mujeres altas, huesudas y viejas, hasta crearle una sensación de pánico enorme, que gradualmente llega también al lector. Al parecer esta leyenda le fue contada al escritor por unos cabreros de Guadix. Recuerda los cuentos de Edgar Allan Poe.
La resucitada de Emilia Pardo Bazán también tiene reminiscencias de Poe, es el tema de la persona enterrada viva. La angustia no se genera solo porque la persona está encerrada en un ataúd, sino por la reacción de las personas que ama tras “resucitar”, que la conducen a un final que no por imaginado es inesperado.
En El sueño de un reo de muerte de Armando Palacio Valdés, el narrador nos adentra en su sueño contra la pena de muerte y los curiosos que disfrutan presenciando la ejecuciones, por eso el protagonista cuenta su experiencia cuando va a ser ajusticiado y descubre felizmente que nadie acudió a presenciar la ejecución. Pese a saberse que es un sueño, la tensión dramática va en aumento y sorprende el final.
Tristán el sepulturero de Vicente Blasco Ibáñez forma parte del libro Fantasías que se publicó en 1887. Es un cuento influenciado por las leyendas de Bécquer, donde Tristán y su padre Puñiferro son víctimas de aparecidos o de sus miedos, todos ellos aumentados por los efectos del vino.
El último relato es La sima de Pío Baroja, de corte naturalista, con un lenguaje popular critica la superstición de las personas humildes, la insolidaridad y la religión que hace a la gente conformista, creándose una atmósfera desoladora y aterradora.
En resumen, se trata de una selección acertada que nos lleva desde el humor del primero de los relatos a la angustia del último. Los textos se han mantenido originales, adaptando sólo la ortografía y añadiendo numerosas notas que facilitan la comprensión de los mismos.
Avanzar la lectura es entrar en un espacio donde realidad y fantasía se aúnan, donde no se distingue la separación entre lo soñado y lo vivido, donde un ser se transforma en otro, donde una imagen es el reflejo de una pesadilla o donde el alcohol hace aumentar las supersticiones y los miedos.
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