El hombre que abrazaba a los árboles
Ignacio Sanz.
XXIV Premio Ala Delta.
Edelvives, 2013.
136 pp., 12'50 euros.
Por José R. Cortés Criado.
Ignacio Sanz ha ganado el Premio Ala Delta 2013 con este magnífico cuento, propio de un escritor curtido en el arte de la narración oral. Desde el principio tuve la sensación de estar oyendo la historia contada por alguien en voz alta.
Felicidad, la jovencita protagonista, es una niña que vive en su pueblo, Pinares, y tiene un amigo muy especial, Marcial, un señor mayor, que ama la naturaleza y sabe mucho de ella, sobre todo, cosas que no están escritas en los libros.
La amistad que une a personajes tan dispares y las vivencias cotidianas, no por corrientes carentes de interés, hacen que fluya entre ellos una gran amistad, la que trasciende hasta unirlos como si fuesen nieta y abuelo.
Marcial compartirá con Felicidad su almuerzo, casi siempre tortilla de patatas, y sus conocimientos, así le explicará cómo las ardillas pueden volar aunque no tengan alas, cómo se puede comunicar con las urracas, y le hablará de los baños que se dan en la nieve los picapinos, de osos feroces y de árboles centenarios a los que Marcial abraza antes de talarlos, además de su pasado en Canadá.
Al final, no solo se estropea la vieja furgoneta, “la cirila” de Marcial, también su memoria lo hace y los bellos recuerdos que la niña, llamada berganta por Marcial, nos ha trasmitido comienzan a borrarse de la cabeza del hombre, única parte triste del relato.
La historia está contada con palabras sencillas que fluyen con naturalidad de boca de los personajes, los diálogos son lo mejor del texto. Son muy acertadas las hermosas ilustraciones que ha realizado Ester García. Son un buen complemento al texto.
Ignacio Sanz, segoviano, es escritor, ceramista, narrador oral, ganó con anterioridad otro Premio Alada Delta en el año 2010 con Una vaca, dos niños y trescientos ruiseñores.
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