Texto: Arturo Abad
Ilustraciones: Gabriel Pacheco
Editorial OQO
ISBN 978-84-9871-247-6
32 págs.
Cartoné 22x28 cm
Cartoné 22x28 cm
Por José R. Cortés Criado
¡Qué
libro más tierno! La sensibilidad de los autores está más que explícita, tanto
el léxico empleado como las imágenes que lo complementan reflejan una ternura y
una humanidad encomiable.
Matías,
el protagonista, es un artesano maravilloso que zurce corazones dañados con
suma delicadeza. No es cardiólogo ni está instalado en un quirófano, su taller
se asemeja al de cualquier artista que dedica su tiempo y su pasión a un oficio
gustoso y único.
Las
reparaciones son delicadas pero simples, si un corazón está helado lo calienta
en su estufa de leña, si se entristece con los recuerdos del pasado es porque
se atrasa y vuelve a momentos dolorosos, lo mejor es ajustarle la hora con
pinzas de olvido y si están rotos, sabe sanarlos, sólo ha de usar agujas de
plata.
Además
Matías es capaz de fabricar corazones blandos de mazapán, duros de porcelana,
transparentes de cristal…, dando muestras de su bondad y sensibilidad, aunque
tiene un secreto que poco a poco vamos a descubrir en las páginas del cuento.
Frente
a Matías, todo amor, está Beatriz, que se muestra fría ante la persistencia de
su amado hasta que descubre la enorme generosidad de él, pues únicamente los
enamorados de verdad llevan a cabo sacrificios como el suyo.
Los
personajes están perfectamente dibujados, él, tímido y moreno, ella, resuelta y
con su melena rojiza, como si fuese un gran corazón. Ambos, de delicadas formas
y aspectos vaporosos, llevan la carga narrativa de las imágenes.
El
rojo y el azul son los colores con los que juega el ilustrador, el color de la
sangre y el de las venas por donde circula, colores que recuerdan las
ilustraciones del aparato circulatorio. En algunas páginas destacan los
collages coloristas que representan la llegada de la primavera, momento en el
que el joven lleva su muestra de amor a Beatriz.
Recomiendo
a los lectores que presten atención a los pequeños dibujos que completan cada
página, así descubrirá corazones, latas, hilos, arañas, caracoles…, pequeños
testigos del relato, que además guardan alguna simbología, así, el hilo está
muy presente porque “nuestros corazones se tejen del hilo que fecunda, que se
ovilla, que es crisálida de flor: esa promesa misma que es la vida misma” como
dijo Gabriel Pacheco.
Es
una buena simbiosis la de estos dos autores, se podrían leer por separado, el
texto es entrañable y llega al lector, las imágenes no necesitan explicaciones,
constituyen un auténtico relato y la unión de ambos es este maravilloso libro
para disfrutar y releer cuantas veces tengamos en gana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario