El lápiz que
encontró su nombre
Texto: Eliacer
Cansino
Ilustraciones: Federico Delicado
Colección Sopa de Libros
135 x 200 mm, 88 páginas
(+ 8 años) 2005.
Por José R. Cortés Criado.
Eliacer
Cansino nos lleva a la habitación de Cristina, un cuarto como otro cualquiera,
con su escritorio y múltiples objetos corrientes como gomas, sacapuntas,
lápices, libros…
Allí llega
un buen día Lápiz sin saber mucho del mundo y de la vida, primero duda de su
personalidad, debe acudir al Gran Sabio para conocer el significado de algunas
palabras, y sobre todo, para saber quién es y para qué está en la mesa de la
niña.
Gracias al
diccionario sabrá qué significa lápiz, este le llevará a goma, a sacapuntas y
así irá ampliando sus conocimientos.
Llega a
conocer a una goma de borrar egoísta que no desea cumplir su cometido para no
desaparecer, aun sacapuntas gruñón que se sorprende de que el lápiz quiera ser
afilado.
Cuando Lápiz
comprende cuál es su función no duda en reclamar la atención de la niña para
que deje de estar olvidado bajo otros objetos y se siente parte de ella al ser
el transmisor de sus pensamientos al papel y saber que la niña lo relaciona con
sus objetos cercanos, pero le atribula no tener un nombre, hasta que el Gran
Sabio le aconseja que se llame Bambú, la niña acepta ese nombre y él es el ser
más feliz del planeta a saber que también tiene un nombre Propio.
Muy
interesante cuento de este gran escritor que sabe dialogar con el lector dejándole
una parte de su comprensión a su saber y entender, complementándose así su
trabajo y obligando a los pequeños lectores a discernir entere varias ideas.
Los óleos de
Federico Delicado son una mitad imprescindible del relato; texto e imágenes se
entrelazan y complementan mutuamente ante los lectores que disfrutan de la palabra
y de las sencillas imágenes llenas de magia y vida.
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